En medio de la desesperación por no poder recuperar sus cosas y por estar separada de sus hijas, una de las deportadas por el gobierno de Nicolás Maduro exclama: "Me siento atroperallada por ese Gobierno. Él tiene su familia toda colombiana, él es un colombiano y si nos está sacando, entonces que él se salga también del país". Esta versión se escucha una y otra vez por estos días en la frontera colombo-venezolana, a donde siguen llegando colombianos expulsados de Venezuela, quienes aseguran que el odio que ahora expresa Maduro por los compatriotas no se compadece con sus raíces colombianas. La Opinión retoma este artículo publicado en abril de 2013 en el que se investigaron las raíces del hoy mandatario venezolano en Cúcuta y Ocaña.
Desde que el pasado 8 de diciembre de 2012 el entonces presidente de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, anunciara el hallazgo de nuevas células cancerígenas en su organismo, en una inusual alocución un sábado por la noche, y proclamara luego como su sucesor “ante cualquier inhabilidad” a Nicolás Maduro Moros, vicepresidente de la República en ese momento; los millones de venezolanos y el mundo entero viraron su lupa hacia quien hasta esa noche, no pasaba de ser el excanciller sindicalista que alguna vez condujo el metro de Caracas.
De inmediato, y como era de esperar luego de que en 14 años de gobierno socialista el ‘comandante supremo’ nunca vislumbrara un heredero de su revolución, las agencias de prensa internacionales inundaron los medios de comunicación con minuciosas infografías y notas de prensa intentado reconstruir el camino político de Maduro Moros, y su acelerado ascenso hasta el privilegiado asiento a mano derecha de Chávez.
Así bien, mientras los diarios del mundo contaban que Nicolás fue el fundador del Nuevo Sindicato del Metro de Caracas, y que durante su juventud militó en la Liga Socialista, desde donde participó en campamentos de rock interpretando brillantemente la guitarra eléctrica y el bajo con una banda llamada Enigma, en Cúcuta tomaban fuerza las versiones que aseguraban que el ungido de Chávez pasó años de su juventud entre dos populares sectores de la ciudad.
No obstante a la escasa información que el hoy presidente encargado de Venezuela ha revelado sobre su infancia y sus padres, la Registraduría colombiana confirmó que su mamá, Teresa de Jesús Moros de Maduro, nació el 1 de junio de 1929 en Cúcuta, y su cédula de ciudadanía cuyo número es 20.007.077, fue expedida el 9 de diciembre de 1956 en Bogotá, y continúa vigente.
Hija de Pablo Antonio Moros y Adelina Acevedo, la madre del candidato a la presidencia de Venezuela vivía en un apartamento en la carrera 14A número 46-91 de Bogotá al momento de solicitar su cédula colombiana. Además, la fotografía de su documento muestra una estrecha similitud con los rasgos del heredero de Chávez.
Sin lugar a dudas, el archivo que guarda la Registraduría le suma una buena porción de realidad a los relatos que se escuchan en Carora y El Callejón, barrios contiguos del centro de Cúcuta.
Que estudió en su infancia en el colegio San Tarsicio de Carora, y que también cursó algunos años en el Antonio Nariño del Callejón. Que jugaba fútbol en la cancha de tierra de Carora los fines de semana y que llegó a integrar una selección Norte juvenil de baloncesto. Todo sobre la infancia del corpulento candidato de los ‘chavistas’ es tema de conversación en Carora y El Callejón.
Sin embargo, entre los cucuteños el relato más común es el que señala que Ema Moros, hermana de Teresa de Jesús Moros de Maduro, traía a su sobrino Nicolás a pasar las vacaciones a la capital nortesantandereana.
“Emita (Ema) traía al muchacho a pasar vacaciones. A él le encantaba venir porque se la pasaba para arriba y para abajo por todo el barrio. Acá todos éramos conocidos y los muchachos andaban juntos. Era un ‘pelao’ muy flaco”, comentaban en una tienda de El Callejón Nora Salinas y Estela Arias, dos mujeres ancianas que han vivido toda su vida allí.
Barrio Carora en Cúcuta. (Foto Edinsson Figueroa/La Opinión)
Sobre la avenida 9 entre calles 0 y 1 del Callejón, una casa esquinera color verde con muestras de abandono en sus ventanas y paredes curtidas, es señalada por los vecinos de ambos barrios como la vivienda de Ema Moros, en donde se hospedaba Nicolás Maduro cuando vacacionaba en Cúcuta.
Los vecinos del lugar aseguran que la propietaria del inmueble murió y desde entonces han sido escazas las veces que se ha visto a alguien ingresar.
De otra parte, luego de la masiva concentración de seguidores que convocó Maduro el jueves pasado en San Cristóbal, estado Táchira, algunos funcionarios oficialistas aseguraron que se sorprendieron al escuchar que el presidente encargado manifestaba un “sentimiento muy fuerte que lo unía a la frontera (colombo-venezolana)”, en donde se habían conocido sus padres.
Este, podría ser quizá el primer asomo que el excanciller venezolano da de la vida de sus progenitores.
Y no parecería descabellado pensar que los papás de Nicolás Maduro se conocieron en la calurosa ciudad fronteriza.
Nicolás Maduro García, militante del partido Acción Democrática, que derrocó al presidente y militar venezolano Isaías Medina Angarita en el golpe de estado de 1945, llegaría ese mismo año a Ocaña, Norte de Santander, donde dos años más tarde recibiría el grado de bachiller del Colegio Nacional José Eusebio Caro.
En la institución, una fotografía del joven Maduro completa el mosaico que agrupa los bachilleres de 1947.
Así las cosas, innegablemente la historia de quien empuña las riendas del vecino país vuelve a tener tintes nortesantandereanos.
Carlos Andrés Pérez, presidente venezolano en dos periodos (1974-1979 y 1989-1993) fue hijo de Antonio Pérez Lemus, un caficultor de Chinácota, Norte de Santander, radicado en Rubio, Táchira.
Lo anterior contrasta, notablemente, con los constantes cuestionamientos que Maduro Moros le ha hecho a su contendor político Henrique Capriles Radonski, sobre su ciudadanía venezolana, por ser descendiente de una familia judía polaca-española.
Ahora bien, faltando solo siete días para que los venezolanos acudan por segunda vez en seis meses a las urnas para elegir su presidente, una hipotética victoria del candidato oficialista abre una estela de expectativas respecto de la forma como el hoy presidente encargado de Venezuela lidiaría con los males que tanto aquejan la frontera colombo-venezolana, teniendo en cuenta que, como se comenta por las calles de Cúcuta, “Maduro es mitad cucuteño”.