Un lote baldío detrás del puesto de salud y un muro a medio terminar fue la primera cuota de la cancha de fútbol de La Ermita. El lote había sido destinado para la construcción de los escenarios deportivos del barrio, y la pared representa la promesa inconclusa del municipio de construirle  una cancha a La Ermita.

Como el empujón municipal no pasó más allá de un muro de $21 millones de pesos, porque el presupuesto destinado no alcanzó para más, la junta de acción comunal acudió a la voluntad y solidaridad de sus vecinos para construir la primera cancha del barrio.

Primero reunieron dinero para limpiar maleza y retirar escombros y basura, y luego hicieron un bazar para comprar los arcos y las luminarias para el escenario.

Digna Rosa Ortega, presidenta de junta, fue una de las vecinas que lideró esta iniciativa. Al igual que el resto de la comunidad se cansó de que sus hijos tuvieran que acudir a los barrios vecinos en busca de una cancha para jugar.

Con el producido de vender mute y pasteles le dieron el primer empujón a la cancha del barrio.

Cancha hecha con las uñas

Al otro extremo de la ciudad, en la comuna 4, los vecinos de Torcoroma 3 optaron por construir su propio espacio deportivo. Con pica, pala, y rastrillos, limpiaron un lote contiguo con la ilusión de construir una cancha de microfútbol para sus hijos. Con palos construyeron los arcos, y con llantas  viejas y cuerdas crearon unos improvisados columpios.

“No tenemos el escenario deportivo más óptimo de la ciudadela, pero si tenemos una cancha que representa la unidad vecinal y el abandono municipal”, explicó la vecina Rosa Molina.