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Cúcuta
El pesebre carranguero, dos décadas de una tradición cucuteña
Los personajes de la obra creada por el salazareño Ciro Cárdenas se mueven al ritmo de canciones campesinas.
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Magaly Rubio
Sábado, 23 de Diciembre de 2017

Cuando el reloj marca las 6:30 de la tarde, las luces se encienden y al unísono, los motores comienzan a darle vida a cada uno de los personajes que conforman el tradicional pesebre carranguero. 

Desde ese instante, todas las miradas de los visitantes se dirigen a él. Grandes y pequeños sonríen al ver cada movimiento, y a Ciro Cárdenas, un salazareño que ha dedicado sus últimos 20 años a preservar la tradición del pesebre, lo invade una sensación de satisfacción.

Se dice que la tradición de representar el nacimiento de Jesús nació hace 14 siglos en Italia, sin embargo, para Cárdenas nació hace dos décadas en una humilde casa en Motilones. 

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Como acción de gracias al Divino Niño por la cura de raras enfermedades de tres de sus cuatro hijos, Cárdenas comenzó a hacer que su tradicional pesebre tuviera ingredientes que lo hicieran llamativo para sus vecinos y avivaran su fe.

Aún recuerda con emoción los primeros personajes a los que les integró movimiento. Hablar de aquellos años cuando poco a poco comenzó a hacerse famoso entre los vecinos de Motilones y barrios allegados, le roba más de una sonrisa.

Y es que sin tener mayores conocimientos, empezó a cortar cables y buscar motores, bobinas y cualquier mecanismo que le pudiera generar movimiento.

Estudió solo hasta segundo de primaria, pero se ha convertido en todo un artista. Ahora, desbarata ventiladores, televisores y equipos de sonidos dañados, para hacer pruebas y a punta de corrientazos y quemonazos le ha ido dando vida a sus  creaciones.

Botellas de plástico, cabezas de muñecas, espuma, papel higiénico, periódico, madera, almidón y pintura, son su materia prima. La paciencia y la dedicación su mejor herramienta. 

Pero lo que más le llama la atención a los visitantes del pesebre es que los villancicos se reemplazaron por carranga y al son de la música los personajes se van moviendo.

El carpintero serruchando madera, la preparación tradicional de hallacas, el pescador que tira pacientemente el anzuelo, el grupo musical, el desaparecido Gramalote, la catedral  San José, el parque Santander, entre otras figuran, conforman el Belén cucuteño de la familia Cárdenas.

El pesebre cuenta con 65 movimientos diferentes.

La travesía

Aunque la iniciativa nació al interior de su humilde casa, cuando lo sacó al frente de la vivienda, el pesebre comenzó a ser visitado y su trabajo empírico reconocido.

En 2014 fue su primera salida fuera de Atalaya; el secretario de Cultura de la época le propuso trasladarlo frente al centro comercial Ventura Plaza, y con la idea de que su labor tuviera difusión y reconocimiento, aceptó. Al año siguiente lo invitaron al Comando de la Policía en San Mateo. En 2016 lo llevaron a la urbanización Sayago.

Este año, volvió a solicitarle al alcalde una ayuda para llevar su pesebre a un lugar visible. Le dijeron que el parque Nacional sería un buen lugar.

La Alcaldía le ayudó con el traslado de sus obras, pero según Cárdenas nunca se le dijo dónde se ubicaría ni con qué espacio contaría, así que ante la falta de indicaciones y con ayuda de funcionarios de la Dian, armó sus 65 figuras a una orilla del parque donde diariamente cientos de visitantes se detienen por varios minutos a observar el trabajo de este anciano que los invita a no perder la fe y hasta los reta a pedir algún favor.

En Motilones un cartel en la puerta de su casa avisa en qué lugar estará este año el pesebre que tiene como actor principal al papa Francisco. Cárdenas asegura que su mensaje de paz y reconciliación debe quedar en los corazones de todos los que visitan el lugar.

No desampara ni un segundo su creación, está siempre equipado de alicates, destornilladores y motores de repuesto por si es necesario. Sueña con hacer menos artesanal cada una de sus obras, pero es consciente de que no tiene los recursos para lograrlo. Ya probó suerte solicitando ayuda a nivel municipal y hasta nacional, pero nada ha funcionado.

Así que con su fe intacta, cuando en el reloj son las 11:30 de la noche, las luces se apagan y vuelve la tranquilidad. Ciro retorna a casa con una sonrisa tras haber sacado muchas a quienes visitaron su pesebre.

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