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Cúcuta
El día que se vibró con ‘Venezuela Aid Live’
Tres años del concierto en el puente de Tienditas.
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Martes, 22 de Febrero de 2022

Viernes 22 de febrero de 2019. Un día histórico para la frontera que muchos recuerdan por el ruido que generó antes y después del ‘Venezuela Aid Live’, un concierto pletórico de artistas de talla mundial, presidentes de varios países y con una fuerte carga política.

En Cúcuta fue un día cívico no laborable para que los empleados públicos y privados pudieran asistir relajados y deleitarse con las voces de rutilantes estrellas de la talla de Paulina Rubio, Juanes, Miguel Bosé, Carlos Vives, Juan Luis Guerra, Fonseca, Diego Torres, Luis Fonsi, Maluma, Silvestre Dangond, Alejandro Sanz, Carlos Baute, Chyno, ‘El Puma’, por solo recordar algunos. Ese día los estudiantes se quedaron en casa para que padres de familia y docentes también se sumaran a esa gran masa que se preveía se agolparía en las inmediaciones del puente internacional de Tienditas, claro, del lado colombiano.

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Además, se declaró la alerta naranja para que las autoridades militares, policiales, de tránsito, organismos de salud, hospitales y clínicas estuvieran prestos a actuar en caso de que la situación lo ameritara, porque el día de la gran  cita, en esta parte del río Táchira, se respiraba fiesta y jolgorio y la cantidad de personas desbordaba cualquier cálculo de asistencia.

Sin embargo, había en el aire una gran tensión porque las voces de los 32 artistas invitados por el magnate británico Richard Branson, y quienes lo acompañaron en materializar esa faraónica empresa, -sumado a los gritos y aplausos de más de 300.000 almas que llegaron de lado y lado de la frontera- tenían el propósito de recaudar una gruesa suma de dólares, y además impulsar la entrega de la ayuda humanitaria donada por la comunidad internacional.

Más de 200 toneladas de alimentos y medicinas estaban listos para paliar la calamitosa situación de miles de personas en la Venezuela de Maduro.

Todo transcurrió según lo previsto, las personas empezaron a ingresar con las primeras luces del alba a ese gran espacio dispuesto para el mega concierto, acatando las medidas dispuestas por las autoridades locales y organizadores del espectáculo, como  usar gorras, pañoletas y sombreros para protegerse del canicular sol, protector solar en cantidades diluvianas, calzado cómodo, bebidas hidratantes -muchos acatando la recomendación se armaron de una que otra cerveza bien fría- algo para comer y aguantar las largas horas de concierto, los discursos, las consignas y todo lo que estaba incluido en el ‘paquete’.

La recomendación final fue cargarse de energía positiva, dejarse maravillar por la cantidad de artistas de tan altos quilates, disfrutar, cantar, brincar, reír hasta que el cuerpo les aguantara. Así lo hicieron quienes estuvieron allí en el ‘Venezuela Aid Live’, porque todos sin excepción se gozaron el concierto y aún, tres años después, se escucha el eco de esa enorme fiesta, aunque posterior a la jornada la situación alcanzara otras peligrosas y dolorosas dimensiones que también hoy se recuerdan.

El canto de esos artistas, unidos por la causa de los venezolanos, no fue oído al otro lado del puente de Tienditas (llamado de La Unidad), porque allí los chavistas armaron su propio concierto, aunque con menos asistentes, pero también con mucha motivación y sentir político.

Tampoco los gobernantes del vecino país prestaron mucha atención a los acalorados discursos de Iván Duque, presidente de Colombia; Sebastián Piñera, mandatario de Chile; Mario Abdo, presidente de Paraguay, y Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela, quien hizo una sorpresiva llegada a tarima, al escabullirse de su país por alguna grieta de la extensa y porosa frontera entre Táchira y Norte de Santander.

La parte poco amable, por no llamarla de otra manera, sobrevino al día siguiente, el 23 de febrero de 2019, cuando los intentos por llevar la ayuda humanitaria que había sido almacenada en enormes bodegas del puente internacional, fueron repelidos por la Guardia Bolivariana y el Ejército de Venezuela en los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, sobre el río Táchira, y La Unión, sobre el río Grita, que une a Puerto Santander y la población venezolana de Boca de Grita.

El común denominador en los tres pasos binacionales, construidos para unir a dos naciones hermanas, fue la fuerte respuesta de las autoridades bolivarianas que frustraron a fuerza de gases lacrimógenos, disparos y el uso de la fuerza que tuvieron a disposición, impidiendo que uno de los objetivos trazados por los organizadores del famoso concierto se cumpliera, y pudieran poner al otro lado de la frontera la comida y la medicina que anhelaban miles de ciudadanos venezolanos.

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El 23 de febrero de 2019 será recordado porque apagados los bellos cantos y melodías que se escucharon en el concierto, en los puentes sinónimo de unión, hermandad y buena vecindad, retumbaron los clarines de guerra, se escucharon aturdidoras explosiones, el silbido de letales balas, y se alzaron gruesas columnas de humo de la pira que se hizo con más de 40 toneladas de ayuda humanitaria, que no llegó a los enfermos que esperaban en la patria de Bolívar.

Lo anterior estuvo adobado con la deserción de 60 militares venezolanos que dejaron las filas y pasaron a Cúcuta en busca de asilo.

En el Palacio de Miraflores de la gran Caracas, fue tomada la decisión de romper relaciones bilaterales con Bogotá y expulsar al cuerpo diplomático colombiano, lo que vino a empeorar la crisis fronteriza iniciada en 2015.

Hoy, cuando la frontera sigue cerrada para el comercio fronterizo binacional, el paso solo se permite peatonal, la crisis migratoria continúa y las relaciones diplomáticas están en el congelador, las trochas son el camino expedito para el ingreso de mercancías hacia uno y otro lado de la línea divisoria, al tiempo que los habitantes de esta frontera mantienen la fe en que las aguas se calmen, quizá a la espera de un nuevo concierto para cantarle a la paz y la hermandad entre  los pueblos de estas dos naciones unidas por la historia.

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