A él se le ve en diferentes calles de Cúcuta, principalmente en las intersecciones viales con mayor congestión vehicular, haciendo lo que un agente de Tránsito, por eso la mayoría de la ciudadanía ve con respeto su labor voluntaria.

Carlos Orlando Duarte Villamil es un cucuteño que representa ese lado admirable de esta calurosa zona de Colombia, es parte de ese grupo de habitantes que a cambio de nada trabajan por una mejor ciudad.

Hay quienes piensan que su trabajo en las vías se debe a que percibe un salario de cada alcalde que llega al poder y no es así, es “por amor” a su terruño y para “horrar a Dios, primeramente”. Duarte se gana la vida arreglando electrodomésticos, carros  y motos y “hace lo que le salga”.  El tiempo disponible lo dedica a recorrer la ciudad, para ver en dónde puede prestar apoyo.

En entrevista con La Opinión, el reservista de 55 años indicó que lleva “con esta locura desde 1989”, cuando salió del Ejército Nacional y en donde fungió como ayudante de enfermero de combate. Fue esta experiencia la que lo llevó a reflexionar sobre panorama de su natal ciudad ante tantos accidentes y la poca cultura y seguridad vial.

“Desde hace 15 años comencé con más contundencia a sumir el rol de rescatista vial, vistiendo mi uniforme y mis elementos para brindar primeros auxilios y promover el cumplimento de las normas”, manifestó Duarte, quien al principio debió lidiar con palabras como “sapo” de quienes se molestaban con su loable labor.

“Todo principio es duro y para nadie es un secreto que Cúcuta es una ciudad complicada en cuanto a cultura. Me maltrataban verbalmente y psicológicamente y usaban palabras muy fuertes. Afortunadamente ya son muy pocos lo que hacen eso, pero nunca falta uno”, agregó el habitante del barrio El Contento.

Carlos Orlando Duarte recordó que desde la administración municipal de Donamaris Ramírez (2012-201) viene “luchando” para que sea tenido en cuenta, con quien trabajó tres meses, le hicieron firmar tres contratos y, según él, solo le pagaron uno.

Señaló que luego llegó el alcalde César Rojas (2016-2019), a quien le hizo campaña política “con la promesa de un año de trabajo”, pero solo fue empleado durante tres meses y medio bajo el programa de educadoras viales, a través del cual el mandatario promovió la cultura vial con el apoyo mujeres cabezas de hogar.

“Con este alcalde (Jairo Yáñez) tenía unas expectativas amplias, porque le hombre habla mucho de valores y cultura ciudadana; llevo un año a la pata de él para que me atienda y nada. El otro día lo abordé en un acto y tuve que hablarle  duro, pero igual me dijo que le era imposible atenderme. Eso da tristeza, porque predican pero no aplican”, expresó.

Le robaron la bicicleta cuando regulaba el tránsito

Una de las experiencia amargas que tiene en su mente el rescatista vial ocurrió un día en el que promovía la educación vial mediante la iniciativa promovida por César Rojas. 

“Estaba sensibilizando a los pasajeros cerca al parque Colón para que no tomaran las busetas en las esquinas, sino unos metros al fondo, al igual con los conductores. Pero uno de los buseteros no hizo caso y al pedirle favor al usuario que no se bajara, sino que esperara a que el busetero parara más adelante, el hombre me pegó un empujón y mandó al suelo”.

Otra situación de no olvidar para este voluntario de las vías se presentó el pasado 19 de abril, cuando decidió bajarse de su bicicleta, para controlar la movilidad en la calle 10, con la avenida Cero, en el centro de Cúcuta. Lamentablemente mientras cumplía esta labor social le hurtaron su vehículo.

Carlos Orlando Duarte aseguró que cuando se ama lo que se hace y se está comprometido, estas vicisitudes pasan por alto, porque cree firmemente que “son más los buenos”. Gracias al trabajo de la Policía, la bicicleta fue recuperada en hora y media, al tiempo que muchos de los internautas redes sociales se solidarizaron con él y se comprometieron a apoyarlo.

El sueño del rescatista vial es tener una moto con la que pueda recorrer con mayor facilidad toda el área metropolitana de Cúcuta, por lo que espera que con la colaboración de aquellos que valoran su trabajo pueda tener “apadrinamiento o contribuciones pequeñas”, para seguir adelante con esta labor voluntaria.