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Cúcuta Deportivo
“En Cúcuta camino con la cabeza en alto”
Domingo, 26 de Mayo de 2013

Sentado, en un cómodo sofá en la recepción del Hotel Casino Internacional, Álvaro de Jesús Gómez se dispuso a contarme su historia con el equipo motilón.

Al fin y al cabo, no era una entrevista normal, era más bien una charla de amigos. Con el ‘profe’, compartí casi un año en la radio, en el programa El Gran Debate de Todelar, en Bogotá. Por tal razón el cuestionario de preguntas que llevaba hecho, terminó convirtiéndose en una tertulia de fútbol, en pleno hotel de concentración del Atlético Huila, equipo que hoy en día dirige.

Para empezar, salió a flote la forma en la que él llegó a la escuadra rojinegra. “Un día estaba listo para arrancar la práctica y recibí una llamada del presidente del Cúcuta. Él me dijo que sabía que no tenía contrato en Yopal. Me ofreció el equipo y yo de una vez le dije que sí”.

Antes de seguir con el siguiente tema, me dejó ver lo importante que fue arribar a un equipo con tanta tradición e historia. “Llegar a una plaza tan futbolera fue un premio para mí”.

Pasados los minutos, el ‘profe’ entró en confianza y empezó a recordar los primeros días al mando del cuadro motilón. “Llegué un viernes y el domingo tuvimos partido del campeonato. Al verlos jugar, encontré un equipo con mucho vértigo, que salía a atropellar al rival, pero que no construía juego colectivo. Me tocó gastar tiempo para poder quitarles un poco de fuerza y de velocidad.”.  

Mientras hablaba de sus semanas iniciales al mando del plantel y reconocía que al principio el equipo no marchaba como él quería, Álvaro de Jesús se acomodó y pidió excusas por el término que iba a usar para describir a Álvaro Vélez Trillos, presidente de la institución. “Era un zorro, un perro viejo en el manejo del plantel y rápidamente me dijo que lo que no sirviera lo cambiara sin problema”.

Luego de pensar varias veces las razones por las que se armó un buen equipo, Gómez aceptó que ese apoyo del presidente fue fundamental.  “Él me dio todas las garantías para dirigir y me trajo a Chicano López, Nelson Gómez, Leonardo Santa María y Walter moreno. Con eso yo sentía que ya podía trabajar”.

En el segundo semestre del 2005, los días fueron pasando y el equipo empezó a mejorar y a jugar con su estilo. Sin embargo, los problemas no demoraron en aparecer. “El jugador de fútbol no es bobo. Ellos miden todo el tiempo el trabajo de uno y a veces no les gusta lo que uno hace. Me tocó lidiar con futbolistas que no les gustaban mis planteamientos y que no estaban contentos por ser suplentes”.  

Al escuchar este tipo de problemas y las diferencias con algunos jugadores, decidí preguntarle lo que tantos han pensado alguna vez sobre Álvaro Gómez. ¿Qué es lo que hace para revivir jugadores?. Al fin y al cabo, armó una nómina con jóvenes, pero también con otros que iban de salida del fútbol y que con él rindieron al máximo. “Yo soy un técnico formador porque hice todo el proceso. Pase por fútbol aficionado, selecciones departamentales y me preparé para ser entrenador profesional. Manejo mucho los valores de los jugadores y por eso he resucitado tantos futbolistas porque yo busco verles la parte positiva y sacarles lo máximo de sus potenciales”.

El título y su salida del equipo

Superado el cuento de su llegada a la ciudad, nos dispusimos a hablar del momento más recordado por él en su paso por la ciudad: el título del 2005 en la B y el regreso a la primera categoría del fútbol profesional colombiano. Con mirada nostálgica, el ‘profe’ empezó a contar uno de sus importantes triunfos en su carrera como entrenador. Él aclaró que aunque todo era felicidad por esos días, antes de la final se vivieron momentos de alta tensión. “Cuando volvimos de jugar con Bajo Cauca tuve  una semana de muchos nervios. Faltando tres días para el partido definitivo, recibí llamadas en las que me amenazaban. Yo llamé al gobernador y ellos me pusieron seguridad”.

Con rabia, pues asegura que debido a esto sus días cambiaron y dejó de vivir tranquilo, como lo hacía en Cúcuta, Gómez contó cómo fueron las horas previas al partido de vuelta frente a Bajo Cauca. “Nosotros concentrábamos vía Ureña y yo opté por no ir hasta allá por seguridad. Fue duro pues estaba lejos del equipo y no podía compartir en un momento tan especial. Sin embargo, todos me apoyaron y el grupo siguió muy unido sin mí”.

Pero bueno, hablando de un momento tan especial, como fue el título de la B, era mejor seguir con el fútbol y dejar a un lado los problemas que sucedieron fuera del campo de juego. Para recordar aquel partido de diciembre de 2005, Gómez respiró profundo y empezó a rememorar aquellos momentos de gloria. “Lo reñido del partido  nos mantuvo con una tensión muy grande. Todo se decidió al final y fue un juego de mucho desgaste físico y mental. Cuando terminó, fue como si me hubiera quitado 10 bultos de cemento de encima”.

Tratando de sacarle historias de aquella noche, el ‘profe’ me contó cómo fueron las horas siguientes al tan ansiado título. “Cuando fui consciente de lo que habíamos logrado, agaché la cabeza un minuto, le agradecí a dios y salí a la grama. La gente estaba enloquecida, fue algo impresionante. La llegada de los muchachos al camerino fue una fiesta. Yo les di abrazos rompe costillas a cada uno de ellos y les agradecí mucho el trabajo que hicieron”.

Cuenta Álvaro que al salir del camerino, empezaron los inconvenientes. El presidente había anunciado su retiro del equipo y el grupo quedó a la deriva. “Quedamos campeones y el equipo salió por su cuenta del estadio, cada uno por su lado. Yo salí dos horas después, solo, caminando y la gente me brindó mucho cariño en la calle, fue algo lindo a pesar de que estaba triste pues sabía que el presidente se iría y esto traería algunos cambios”.

Unos días después, cuando el cuerpo técnico celebraba lo conseguido, en un restaurante de la ciudad, el teléfono del timonel del Cúcuta repicó. “A mí me llamó Jorge Luis Pinto y me preguntó que cuál era mi situación. Él me dijo que lo habían llamado para dirigir al Cúcuta. Yo le dije, profe no lo dude, vengase que yo ya vi que no me van a tener en cuenta para el próximo torneo. A mí me gustaría que fuera usted quien se quede con este gran proyecto, no hay ningún problema. Me pareció una posición muy ética. Al otro día a él lo nombraron”.

Recordando la historia, caí en cuenta que no fue la única vez que le pasó esto. Luego de lograr ascender a varios equipos, este entrenador tuvo que dar un paso alcostado. Para él, eso no es triste, sino es una realidad del fútbol. “No fue duro. Sí pensaba que hubiera sido bonito seguir con ese proyecto pero no se dieron las cosas. Me dio satisfacción ver que al Cúcuta le empezó a ir bien y que yo había dejado una base de seis o siete jugadores que eran los protagonistas con Pinto. Eso me demostraba que había hecho un buen trabajo y eso más que tristeza, produce satisfacción”.

Gómez hizo un balance de lo que le dejó al equipo y, con algo de rabia e impotencia, aceptó que solo hubo una cosa que no le gustó de su salida del Cúcuta.  “El dolor que me dio fue que pasaron los partidos, los triunfos, los campeonatos y el título y nunca hubo un reconocimiento del cuerpo técnico de Pinto por el trabajo que dejé. Solo me lo decía el aficionado, el periodista, el amigo, el jugador, los directivos,  pero me quedé esperando a que ellos me dijeran que les había dejado un buen equipo y una buena base para el campeonato”.

Superado el ofusque, propio de una situación que le incomodó, nos dispusimos a cerrar la charla, luego de casi una hora de anécdotas y experiencias de fútbol. Obviamente, no podía irme sin preguntarle qué sentía él por la ciudad y por los cucuteños. “En Cúcuta la gente exige demasiado, hay mucho sentido de pertenencia, cuando el equipo estaba proyectado y con aspiración de ser campeón todo el mundo se puso la camiseta y se montó al bus. Tengo ciudades en las que me siento como en el patio de mi casa y la capital nortesantandereana es una de estas. Yo llevo a los cucuteños con mucho aprecio en el corazón. Aquí camino con la cabeza en alto y me siento muy bien”.

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