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Santa Helena, una urbanización pequeña pero con ganas de progresar
A pesar de 35 años de trayectoria, este barrio de la comuna 5 de Cúcuta suele ser confundido como un sector de Niza.
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Martes, 1 de Junio de 2021


En el año 1986, el barrio Santa Helena fue entregado por el Fondo Nacional del Ahorro a los trabajadores pertenecientes al sector público. Su construcción constó de 400 casas distribuidas en tres cuadras y dos parques cercanos al Canal Bogotá.

“Tuvimos la oportunidad de observar el crecimiento de la urbanización y sus remodelaciones. Las primeras casas eran grandes y tenían dos baños, en cambio, las que nacieron con los años eran reducidas en tamaño”, relató Martha Guzmán, fundadora y propietaria desde abril de 1987.

La comunidad se considera un punto central en la ciudad debido a su proximidad con Cenabastos, universidades, el aeropuerto Camilo Daza, centros comerciales y la avenida Los Libertadores. Sin embargo, durante años la cercanía de este lugar al barrio Niza ha generado confusiones en los cucuteños que no conocen sus límites, y por esto, Santa Helena es invisibilizada y referenciada como un sector.

Desde el inicio, la urbanización no cuenta con espacios religiosos, los fundadores preferían asistir a las parroquias de Cristo Resucitado o San Francisco de Asís, en Ciudad Jardín. A pesar de que algunos vecinos apoyan la idea de construir uno, la iniciativa no logra prosperar dada su cercanía con los templos de otros barrios.
 

Algunas de las vías que están en mal estado, son las calles principales. / Fotos José Estévez / La Opinión.


Escenarios transformados

Los vecinos de la calle 20 se sienten orgullosos con el trabajo que han elaborado al restaurar y embellecer el parque principal, que los ha acompañado desde el comienzo. Lo adornaron con flores y está en constante mantenimiento con jornadas de limpieza para que continúe siendo agradable a la vista de los cucuteños. 

Ahora, el parque cuenta con juegos infantiles, zona de máquinas biosaludables y un espacio deportivo.

Otro acontecimiento importante para Santa Helena fue la transformación de la cancha de tierra que construyó la comunidad junto a este parque en la década de los 90, cuando vieron la necesidad de modificar el escenario y aplicar cemento en la superficie, gracias a fondos recolectados mediante bazares.

Sin embargo, hace pocos años se ejecutó un proyecto de remodelación para convertirlo en un polideportivo.
 

El parque principal de Santa Helena es mantenido y restaurado constantemente por los habitantes de la calle 20. / Fotos José Estévez / La Opinión.


En la vía principal se encuentra otro parque, el más frecuentado por los jóvenes de la urbanización para competencias de futbol. Gracias a su amplio espacio, es preferido para actividad física, andar en bicicleta o reuniones comunales.  

El año pasado, la comunidad manifestó una serie de quejas ante el CAI de la Policía en Niza por la llegada de personas que jugaban en las canchas sin cumplir los protocolos de bioseguridad y los toques de queda establecidos por la Gobernación
 

A falta de iglesia, los escenarios deportivos de este barrio han sido transformados por la misma comunidad a través delos años, mediante bazares y actividades grupales. / Fotos José Estévez / La Opinión.

 

Por la entrada de la avenida Los Libertadores y frente al canal, otro espacio abierto, sin juegos, pero con una gran variedad de árboles y bancas, reúne a los más adultos de Santa Helena para sentir la tranquilidad de la naturaleza que los rodea durante el día. 

No obstante, cuando cae la noche, se convierte en un sector inseguro por la poca iluminación, que ha atraído la presencia de consumidores de drogas y alcohol, con música que excede los niveles permitidos para la convivencia ciudadana.

“Es muy común que a este parque lleguen personas que no pertenecen a la urbanización a hacer este tipo de cosas. Pero a pesar de los esfuerzos de la Policía por correrlos, continúan llegando. También hay una casa cerca del parque que perjudica la convivencia de los vecinos, porque coloca música a todo volumen desde las cuatro de la tarde hasta la madrugada”, expresó Celina Pérez, una de las afectadas.

Surgimiento de la economía local

Uno de los lugares que más se destaca en la urbanización es el terreno de la familia Acevedo, quienes son los dueños de la empresa de transporte Trasan y donde desde hace varias décadas ha funcionado un parqueadero de las busetas afiliadas. 

Después del año 2000, se presentó un atentado con bomba en las instalaciones, tan fuerte, que la comunidad logró sentir el estruendo del estallido en sus viviendas. En consecuencia, se instaló por un tiempo una garita del Ejército Nacional para custodiar la propiedad.

 

La llegada de Palma Seca ha beneficiado a la comunidad desde  la seguridad, reconocimiento y economía. / Fotos José Estévez / La Opinión.


Al transcurrir el tiempo, se remodeló la infraestructura del exterior para diseñar locales y activar la economía del lugar. Según los vecinos, los tipos de negocios que se han mantenido constantes son los estancos, concesionarios y compraventa de vehículos y taxis, ubicados hacia la avenida Los Libertadores.

En la entrada a Santa Helena, frente al Canal Bogotá, se adaptó una parte del terreno para la construcción del Centro Deportivo Palma Seca, que consta de una cancha sintética, dos gimnasios, venta de comida y un lavadero de carros. A unos metros hay otra cancha llamada ‘Olímpicas’, donde antes funcionaban las oficinas del Cúcuta Deportivo.

Reducir la inseguridad

Uno de los problemas que más afecta a la comunidad es la inseguridad al entrar a la urbanización, por el obligatorio paso de los peatones por el canal. Por ser solitario y poco transitado, se presta para los robos y despierta el temor de quienes pasan por allí.
 

Aunque ya no se dan inundaciones con frecuencias los malos olores del canal aquejan a los vecinos. / Fotos José Estévez / La Opinión.

Aunque la situación mejoró de manera considerable con la llegada del comercio, la oscuridad en las calles y parques continúa propiciando robos y consumo de drogas, según la comunidad, por falta de poda ordenada en los árboles. 

La mayoría de ocasiones, ellos mismos deben contratar a una persona para que haga los mantenimientos, pero las hojas ya están muy cerca de los cables de los postes.

Así ha sido desde siempre al parecer de los residentes. Durante sus 35 años de existencia, manifiestan sentirse abandonados por la actual y anterior administración, quienes se han acercado a la comunidad para informarles sobre futuros proyectos a ejecutar en la urbanización, pero, aunque han esperado con anhelo, ninguno de ellos se ha hecho realidad.
 

Tatiana Ballen García | Practicante de Periodismo

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