A 40 minutos de la capital nortesantandereana, en San Cayetano, al fondo de una casa con decoración minuciosa, se encuentra el taller de Luis Hernando Barón, quien llama la atención de natales y visitantes por su peculiar arte de fabricar trompos, rodillos y porras de madera.
Las manos gruesas y ásperas de este hombre demuestran lo mucho que ha trabajado a lo largo de sus 66 años. Tenía 18 cuando vio a un grupo de adultos mayores usar el torno para hacer trompos y, desde ahí, supo que aquella máquina se convertiría en su mejor amigo.
“Yo les ayudaba cargando la madera, pero iba observando cómo hacían los trompos y quise aprender, así que un día hice mi propio torno de siembra con madera”, relató.
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Ahora que es un experto, su día inicia a las 5:00 de la mañana, cuando sale a recorrer las áreas boscosas de San Cayetano para recoger el cañahuate, el tipo de madera con la que fabrica sus trompos.
A las 7:00 a.m. ya está montando el primer trozo y a las 11:00 a.m. ha terminado una ‘gruesa’, como se le llama a la fabricación de doce docenas, es decir, 144 trompos, su producción diaria.
“Se acomoda el pedazo de madera en la máquina de torno y, dependiendo del grosor y calidad de la madera, se le da la forma. Los maderos más gruesos se suelen utilizar para producir rodillos de cocina, los restantes son para trompos de diferentes tamaños”, explicó.
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Cuando la madera está lista, vierte agua caliente en los cinco tarros de pintura anilina que cuelgan de un palo sobre la máquina y, con un pulso y agilidad sorprendente, traza las líneas de color en cuestión de segundos.
De un mismo palo suele moldear dos trompos. Cuando ya están listos, los divide con la sierra y utiliza un taladro para introducirles una puntilla de 2,30x11 centímetros.