Dentro de un mes, la ciudad se prepara para cumplir un año más desde su fundación. Fue Juana Rangel de Cuéllar quien, un 17 de junio de 1733, firmó desde su finca en el corregimiento Carmen de Tonchalá la donación de 782 hectáreas ante el alcalde de Pamplona, Juan Antonio de Villamizar.
Ese hecho fue el que permitió la fundación de la ciudad que entonces recibió el nombre de San José de Guasimales de Cúcuta.
288 años después de este génesis, solo un barrio de la ciudad conmemora en su nombre a la figura histórica, La Merced- Juana Rangel de Cuéllar, que mantiene dos sectores unidos como uno.
Sin embargo, este lugar de la comuna 5 es más conocido entre los cucuteños como una ciudadela de la mecánica que por el componente histórico que aguardan sus tierras.
En antaño, el barrio se caracterizaba por terrenos altibajos y humedales como la gran laguna que era centro de admiración de habitantes y exploradores curiosos en cada fin de semana. Sardinas, flores, papayas y animales silvestres eran el atractivo principal, mientras que las madres de familia lavaban sus ropas a los pies del lago.
Los primeros habitantes todos se conocían, y los más antiguos aún recuerdan cuando utilizaban las partes más altas de las laderas para usarlas como resbalador.
Eso hasta mediados de los 60. Según cuenta Marta Elena Clavijo, cuando el proceso de urbanización se intensificó, a las zonas boscosas se les aplicó relleno en los pozos y se determinaron los límites del territorio desde la Diagonal Santander hasta el Jardín Infantil Santa Teresita.
Lo que esos unidos habitantes no se imaginaron, era que su comunidad se dividiría drásticamente, y lo que inició como una zona residencial, fue sofocada poco a poco por la creciente extensión del gremio comerciante del sector automotor.