Tierra de zapateros y albañiles, hace 30 años, un grupo de trabajadores del barrio San Miguel se desplazó a una cima de la Comuna 9 en busca de levantar un hogar que fuera cercano a sus lugares de trabajo. Fue así como invadieron lo que hoy se conoce como Arnulfo Briceño.
A pesar de todas las luchas y esfuerzos comunales por avanzar en su desarrollo, fue hasta 2007 que lograron constituir la Junta de Acción Comunal (JAC), pero hasta el día de hoy, continúan en la lucha de ser legalizados como barrio.
“El problema aquí es por la posición geográfica. Presentamos tres clases de riesgo: riesgo alto, el que está bajo las cuerdas de la torre eléctrica; riesgo medio por los taludes y riesgo bajo hacia las calles”, comentó Aníbal Mogollón Moncada, presidente de la JAC.
El líder precisó que el Departamento Administrativo de Planeación Municipal (DAPM), área encargada de dar el aval, les solicitó los insumos en el 2006. Llegado el 2008, amparados por la sentencia 1189 de 2008 (bajo la que se ordena al Estado propender por un crecimiento urbano sostenible y planificado), iniciaron solicitudes de legalización.
13 años después, siguen a la espera de que se hagan los estudios topográficos para cumplir el sueño de las 800 personas que habitan a lo largo de las diez calles de este sector.
El agua fue lo primero
Mogollón relató que, al inicio, beneficiarse del servicio de acueducto era una gran dificultad. Antes debían desplazarse a largas distancias para llevar el líquido hacia el barrio; cuando no, esperaban a que un carrotanque los abasteciera a medianoche.
Así vivieron durante años, hasta que fueron dotados con una pila pública de la que se beneficia casi el ciento por ciento de la población.
“Tuvimos que dividirnos en sectores y distribuir el agua en tres turnos a la semana para cada parte, pero, en general, hay un buen servicio”, manifestó el líder comunal.
Las gestiones han dado fruto
En las últimas administraciones municipales, el esfuerzo de la comunidad ha permitido la construcción de sitios como el parque y la cancha, para el disfrute de la niñez y la juventud.
Con las dificultades impuestas por la violencia e inseguridad desatada en la década anterior, durante esos años siguieron liderando proyectos en pro de Arnulfo Briceño, como la pavimentación de las vías principales en comunidad-gobierno y servicios de energía y gas domiciliario.
Aunque la zona deportiva se mantiene en tierra, sueñan con que algún día se materialice la idea de verla techada. Sin embargo, por ser conexa a la torre eléctrica, las cuerdas de alta tensión hacen del proyecto un riesgo inminente que ha enfriado sus ilusiones.
Con obras comunitarias como bazares y rifas, poco a poco han ido construyendo la capilla Las Lajas. Iniciaron obras hace 10 años, y ya hoy está toda construida en bloque y pintada de color durazno.
“El nuevo párroco de la iglesia Santísima Trinidad, de Cundinamarca, nos dijo que nos iba a ayudar a levantarla más bonita cuando acabe la pandemia”, señaló Mogollón.
El transporte también fue gestionado, una ruta de Trasan los lleva a diferentes puntos de la ciudad, con servicio hasta las 6:00 p.m.
Aún hace falta expansión
A pesar de los avances en infraestructura, desde la parte media de la cima es suficiente para divisar las calles de Arnulfo Briceño y la necesidad de pavimentación en ellas.
“La principal se pavimentó, pero las calles secundarias están completamente destapadas, son terrenos arcillosos que dificultan la movilidad y el transporte. Siendo una comunidad humilde, esperamos los recursos para culminar las obras que no hemos podido terminar”, manifestó Luis Felipe Chinchilla, secretario de la JAC.
En cuanto a alumbrado público, la última vez que recibieron expansión fue en la administración de la exalcaldesa María Eugenia Riascos, pero otras zonas siguen en oscuridad. También solicitan con urgencia el mantenimiento de las rejillas colectoras de aguas lluvias, que están hundidas, con los hierros salidos y ya ha habido accidentes.
El proyecto del salón comunal
Junto al tanque que surte a los habitantes, un lote dispuesto para construir el salón comunal es el siguiente paso en la expansión urbanística de Arnulfo Briceño.
De acuerdo con el presidente de la JAC, una vez que el tanque sea trasladado hacia la parte alta, el espacio será mayor y les permitirá acondicionar un mejor lugar para reunirse, pues los últimos encuentros han tenido que hacerlos en la capilla.
Sin embargo, los recursos para levantarlo todavía no llegan, y los fondos recolectados por los habitantes no son suficientes para construirlo por sí mismos.
Estado de la legalización
Luego de consultar con Planeación Municipal, La Opinión conoció que no se encontró ninguna solicitud o iniciativa formal vigente de parte de los habitantes de Arnulfo Briceño.
El despacho extendió la invitación a la comunidad para que se haga de nuevo la protocolización de la solicitud y se radique el trámite de legalización del asentamiento en el link de ‘Atención al Ciudadano’ de la página web de la Alcaldía de Cúcuta.
“Este proceso está amparado bajo la ley 2044 del 2020, en la que se determina que la iniciativa se puede tomar a petición del propietario del terreno, ocupantes del terreno o desde la misma administración municipal”, expresaron desde el DAPM.
A la espera de visitas
Por ser zona de múltiples riesgos, algunos deslizamientos se han presentado durante los últimos meses con las lluvias descontroladas.
Están listados y a la espera de la visita de Gestión del Riesgo para conocer cómo actuar comunitariamente ante el problema.
En la avenida 21 con calle 7, hacia el santuario de Fátima, una gran parte del terreno se ha corrido, es uno de los puntos que esperan tratar en la visita del secretario Huber Plaza y su comitiva.
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