“El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres” Platón.
Esta columna va dirigida a las personas que a estas alturas no han definido su voto, que por estos tiempos son muchos, ya que más de la mitad de las personas habilitadas para votar nunca lo hacen, pero si son los primeros en quejarse y criticar lo que pasa en la ciudad, y no los culpo porque vemos como Cúcuta no ha logrado conseguir el desarrollo que debería tener una ciudad como la nuestra.
El voto es un deber ciudadano, el ejercerlo es la forma para tener autoridad moral y política, y así exigirle a los gobernantes resultados en beneficio de Cúcuta.
Vivimos en democracia y ese es el principal mecanismo de participación que como ciudadanos tenemos para incidir en los destinos políticos de nuestra ciudad.
Entre el 15% y 20% de los habitantes de Cúcuta definimos quien será el alcalde de la ciudad para los próximos 4 años, ¿se imaginan que fuéramos el 80% los que eligieran el alcalde?
Sería mucho más difícil comprar votos y así evitar que tengamos malos gobiernos para nuestra ciudad, o al menos sería más difícil solamente criticar al alcalde, ya que una verdadera mayoría sería la que respalda un proyecto político determinado.
Otro elemento de suma importancia para un alcalde es la legitimidad, y esa no solo la da un gran respaldo popular en las urnas, esa la da su hoja de vida, su trayectoria pública y privada, que aunque pareciera obvio, es un aspecto que lastimosamente no es casi tenido en cuenta en el momento de tomar la decisión del voto.
El plan de gobierno es otro aspecto fundamental que debería ser prioridad a la hora de marcar el tarjetón, el modelo de ciudad que pretende implementar un candidato puede cambiar para bien o para mal su vida y la mía, claro está que hay algunos candidatos que tienen planes de gobierno insulsos, que son “copie y pegue” de otras campañas.
Una campaña debe ser más que decir a los cuatro vientos que salió a “caminar” dos cuadras en un barrio popular para luego ir corriendo a montarse en sus camionetas blindadas, es más que gastar cantidades astronómicas de dinero en publicidad y pagando personas para que salgan en las noches a tapar la publicidad de sus adversarios; una campaña sería tiene que darle la cara al pueblo y a la opinión pública asistiendo a los debates en medios de comunicación; respondiendo los cuestionamientos por sus actuaciones pasadas, por sus investigaciones, por apoyos cuestionados, y no estar todo el tiempo victimizándose ante la gente.
La ciudad está cansada de candidatos que le juegan a la “percepción”, que un día son los mas cristianos y al otro son los mas católicos, y que creen que manipulando encuestas pueden ganarse la venia de los cucuteños. Usted cucuteño que no tiene ningún compromiso político, que no le han comprado su conciencia con un plato de lentejas y que no cree en promesas electoreras sin fundamento alguno, ¡salga y vote!, para que después no se esté quejando y criticando todo lo que se hace o se deja de hacer.
Andrés Clavijo Rangel.
Politólogo - Universidad de Antioquia
Especialista en Opinión Pública y Marketing político - Universidad Javeriana
Twitter: @andrescla