Las relaciones Venezuela-Estados Unidos fueron tradicionalmente cálidas y grandes empresas norteamericanas y empresarios petroleros como los Rockefeller estuvieron muy cercanos al país. Desde la llegada de Hugo Chávez al poder, las relaciones se hicieron muy tensas.
Esas tensiones han persistido durante la presidencia de Nicolás Maduro, quien culpa a todo el mundo, particularmente a los Estados Unidos, por los problemas económicos y políticos que ahogan a su país.
En lugar de corregir el rumbo y reconocer sus propias equivocaciones, Maduro acusa a los norteamericanos de estar promoviendo una guerra económica para tumbarlo.
A pesar de esas reiteradas acusaciones, en septiembre de 2015, Maduro dialogó con el Secretario de Estado, John Kerry en Colombia, para buscar mecanismos para “normalizar” esas relaciones.
Posteriormente, el Subsecretario de Estado, Tom Shannon, visitó varias veces Caracas para continuar el diálogo. Sin embargo, los avances no fueron evidentes.
Con la elección de Donald Trump, Maduro pareció albergar esperanzas de que las relaciones podrían mejorar. Tanto que le mandó un amable mensaje de felicitación. No imaginaba Maduro que las cosas podrían empeorar sustancialmente: la persona nominada por Trump para ser el próximo Secretario de Estado es el presidente de ExxonMovil por muchos años, Rex Tillersson, quien ha tenido notorias dificultades y enfrentamientos con Venezuela.
Como lo recordó el diario Washington Post recientemente, en 2007 el gobierno venezolano ofreció comprar los activos de todas las petroleras que estaban explorando o explotando petróleo en ese país.
Casi todas aceptaron las cuantías ofrecidas, exceptuando dos. Una de las que rechazó la oferta fue ExxonMovil, bajo la dirección de Tillersson. Exxon presentó entonces una demanda ante el Centro de Solución de Disputas del Banco Mundial, quien determinó que Venezuela debía pagarle a Exxon $1.600 millones de dólares, suma bastante más alta que la ofrecida inicialmente, aunque notoriamente más baja que la solicitada por Exxon ($16.000 millones de dólares).
A comienzos del 2015 ExxonMobil anunció que había descubierto reservas petroleras en las costas del territorio del Esequivo, que Venezuela disputa con Guyana, y que trabajaría en asocio con el nuevo gobierno del último país. Maduro reaccionó con ira evidente y acusó a la empresa petrolera de querer desestabilizar la paz en esa región.
Si Maduro soñaba con mejorar las relaciones Venezuela-E.U bajo el próximo gobierno de Trump, que se olvide y se tenga de atrás. A pesar de que Tillerssen tendrá que recusarse en materia de decisiones que tengan que ver con ExxonMovil, estará atento a las decisiones que adopte el gobierno venezolano que afecten su país o las empresas norteamericanas en general.
Tillersson es un experimentado empresario, buen negociador, gran diplomático y conoce los dirigentes de todos los países en donde su compañía ha tenido actividades. Para la muestra un importante botón: es muy amigo de Putin, quien le concedió la Medalla de la Amistad, una distinción que Rusia ha brindado a contados occidentales. Pero no es blando. Al contrario: para haberse podido sostener por muchos años como presidente de una compañía tan grande y compleja como ExxonMovil, ha tenido que pisar muchos callos, tumbar cabezas y amenazar a más de uno.
Las sanciones impuestas a Venezuela por el gobierno de Obama, por los ataques de Chávez y Maduro a la democracia y a los derechos humanos, afectaron principalmente a algunos funcionarios calificados como corruptos, pero no directamente a las cabezas del gobierno o al régimen. Esas sanciones parecerán muy suaves frente a las que podría imponer Trump, quien sabemos no se frena en muchos campos. El Presidente Obama siempre fue claro en que el papel de los E.U. no debería ser el de policía mundial o regional, invasor o tumba gobiernos. En el caso del nuevo gobierno de Trump, su política internacional todavía no es clara, excepto en lo que se refiere a la calidez y cercanía con Putin, la de construir un muro a lo largo de la frontera con México y hacer que ese país pague por él, y la de mano más dura frente a China. Las declaraciones de Tillersson frente al Comité de Relaciones Exteriores del Senado, la semana que termina, fueron inseguras y escasas de detalles. Lo que sí quedó claro es que el nuevo Secretario de
Estado no ha tenido todavía la oportunidad de dialogar con Trump sobre los temas internacionales más candentes. Se conoce la ignorancia del Presidente electo en muchos temas, sobre todo los internacionales. Eso dará la oportunidad a Tillerssen de influir fuertemente sobre las posiciones y políticas del nuevo gobierno, quizás como no lo habían hecho muchos secretarios en los últimos veinte o treinta años.