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Un continente desarticulado
Hoy, Argentina, Brasil y México son parte del G-20, grupo que reúne al 80% de la economía mundial. 
Viernes, 6 de Agosto de 2021

Durante décadas quienes estudiamos relaciones internacionales, estimamos normal asumir que en Suramérica los “grandes” eran Argentina y Brasil, y que México les hacia el contrapeso. Es importante recordar que, finalizada la Segunda Guerra Mundial, Argentina era la cuarta economía a nivel global y además granero al menos de occidente.  De ello, hace siete décadas y Brasil se distancia de Argentina de manera natural, no solo porque tiene 4,5 veces más de  población y casi el triple de su territorio, sino también por situaciones atribuibles a su política interna.

Así, el fiel de la balanza se movió ubicándose entre Brasilia y Ciudad de México.  Hoy, Argentina, Brasil y México son parte del G-20, grupo que reúne al 80% de la economía mundial.  Brasil por su parte, junto a China, India, Rusia y Sudáfrica conforman los BRICS que reúnen al 40% de la población y casi el 25% del PIB mundial y producen el 40% de los cereales del mundo.  Y, entre los puntos que se discuten para reformar a las Naciones Unidas y a su Consejo de Seguridad, está el cambio en la conformación de éste permitiendo así la incorporación de Brasil como miembro permanente.

Todos estos antecedentes, para mostrar que en nuestro continente, a diferencia de lo que viene ocurriendo en Europa desde los 60, Asia, África y en otros espacios geográficos, cada vez estamos más desunidos y cada cual tirando la cuerda hacia sus propios intereses nacionales, lo cual -en mi opinión- nos tiene condenados a no tener ni voz ni voto en el quehacer internacional.  Asi, por mezquindades, nacionalismos mal entendidos, egos presidenciales y disputas ideológicas trasnochadas, estamos condenados y de paso, a las generaciones futuras a ser meras comparsas de lo que los bloques estructurados resuelvan para el devenir de la humanidad.

Se dice, que cuando Bolívar estaba a punto de expirar habría expresado con inmensa decepción “… he arado en el mar”, para referirse a los ingentes esfuerzos hechos por él y otros próceres, para crear la que sería una gran nación suramericana.  De esto, han transcurrido más de 200 años, seguimos desunidos y asi cada cual debatiéndose entre el subdesarrollo y la postración. 

Se han hecho intentos por cambiar lo descrito y avanzar, pero siempre nos hemos encontrado con escollos que han imposibilitado la concreción de la integración, auto condenándonos al subdesarrollo. Fracasó el Pacto Andino, igualmente el MERCOSUR, la UNASUR fue perforada, la Alianza del Pacifico (que busca el libre comercio) sigue pegada en cifras de hace dos lustros, los acuerdos de la ALALC y después de la ALADI, carecen de decisión política.  Intentamos jugar en grandes ligas como la OCDE, en donde mexicanos, chilenos y colombianos ocupan honrosas últimas posiciones estadísticas, aunque -se dice- aprenden buenas prácticas.  Peruanos, mexicanos y chilenos son parte del mayor conglomerado económico mundial, conformado por algo más de 20 economías (eufemismo para que pueda participar Taiwán junto a China) ribereñas del Pacífico conocida como APEC, y así suma y sigue.

He traído a colación estos antecedentes, porque acaban de reunirse presencialmente en Ciudad de México los cancilleres de la mayoría de los países de Latinoamérica y del Caribe convocados para intentar revivir la CELAC, que nos aglutina a todos los países de América, con la excepción de Canadá y Estados Unidos.   Y digo revivir, porque Brasil se retiró a comienzos del 2020 y el conglomerado no se reunía desde el 2017. De esta manera, el cortoplacismo ideológico nos sigue persiguiendo y perjudicando, mientras el mundo sigue girando.

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