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Columnistas
Turismo urbano
Sábado, 28 de Marzo de 2015

Cuando leía ayer en las páginas de este diario la noticia sobre cómo un grupo de habitantes del barrio Antonia Santos busca el apoyo del Estado para desarrollar como atracción turística el “Mirador del Cerro del Nazareno” ubicado entre Antonia Santos y Cerro Pico, muy cerca de la vía al Zulia, recordé otra noticia de la prensa nacional sobre el proyecto “Las Rutas del Paisaje Cultural Cafetero”, galardonado el pasado mes por la Organización Mundial del Turismo (OMT), entidad dependiente de la ONU, como una de las innovaciones turísticas más destacadas del mundo en lo tocante a la manera en que combina el ecoturismo con la puesta en escena de la identidad cultural de una región.

En Cúcuta, ciudad que no es visitada por viajeros nacionales o internacionales sino cuando es paso obligado a otro destino, o cuando razones personales los hacen venir, tiene la obligación de pensar seriamente en la creación de hechos que la hagan digna de visita por el solo placer de recrearse con ellos. Eso es lo que hace de un lugar un destino turístico: que el solo placer de disfrutar las atracciones de la geografía física o humana sea el motivo de viajar hasta allá. Si lo han logrado en el Eje Cafetero, una región que en sí misma no tiene ningún atributo de la naturaleza que la haga superior a la nuestra, aquí también podemos hacerlo.

Fuera de la posibilidad de desarrollar el ecoturismo de campo en lugares como Pozo Azul y algunos otros puntos de nuestro territorio que tienen un valor excepcional por su paisaje y sus atractivos naturales muy originales, también sin salir del perímetro urbano, incluso muy cerca del centro de la ciudad, en Cúcuta hay varios puntos que pueden ser objeto de desarrollo turístico basado en la belleza de su ubicación.

La idea del “Mirador del Cerro del Nazareno” con el que sueñan los vecinos de Antonia Santos, es una que junto con otras como el “Cerro de la Cruz del Calvario”, el punto más alto de los cerros que separan el valle del Pamplonita de la Ciudadela de Atalaya, a un costado de los tanques del barrio 28 de Febrero, y el tradicional “Mirador de Cristo Rey”, hoy venido a menos y abandonado a la suerte por el Municipio, deberían ser ejes de proyectos de renovación urbana que tuvieran como detonante la recuperación paisajística de su entorno.

Si se revisan los proyectos de inversión nacional en turismo, se ve que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo financia muchos en varias ciudades del país con características muy parecidas a los que Cúcuta podría presentar para hacer realidad el sueño de los vecinos de Antonia Santos, y permitir que los cucuteños disfrutemos de rutas de turismo urbano que permitan que poco a poco la ciudad consolide una identidad como destino turístico, inicialmente para nosotros mismos, y más adelante para los visitantes que se acerquen, ya no porque les toque, sino porque los invitemos a que conozcan las bellezas naturales y paisajísticas de una ciudad que nosotros mismos no acabamos aun de descubrir.

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