Contra todas las predicciones, la candidatura de Donald Trump para ser elegido candidato del Partido Republicano para la Presidencia de los Estados Unidos, sigue viento en popa. Su apoyo entre los republicanos sigue creciendo y hoy llega al 40 por ciento, no obstante el numerosísimo grupo de candidatos que se ha presentado. A pesar de la oposición del establecimiento de ese partido, vistas las cosas en este final de año, Trump sería el seleccionado. De ser así, le tocaría enfrentarse a la virtual candidata demócrata, Hillary Clinton.
Después del ataque de una pareja terrorista musulmana en la población de San Bernardino, que dejó numerosos muertos, Trump propuso cerrar las puertas de ingreso a su país a todos los musulmanes, hasta que el gobierno entienda realmente lo que está pasando con el terrorismo. El escándalo entre la población más democrática y moderada del país, así como entre la opinión internacional, fue inmediato. Se comparó su propuesta con la persecución de los fascistas alemanes a los judíos. Pero la realidad es la de que, según las encuestas, casi 6 entre 10 republicanos estuvieron de acuerdo con él.
Ríos de tinta siguen corriendo para tratar de entender el éxito de Trump entre las bases republicanas. Las razones son varias: en primer lugar, los propios medios, a pesar de sus críticas, viven pendientes de lo que diga o haga. Trump habla duro para hacerse oír y, con sus pronunciamientos provocativos, no sólo ha atraído votantes potenciales sino la atención permanente de los medios.
En segundo lugar, las bases republicanas menos educadas, desilusionadas con los políticos y candidatos tradicionales, aplauden que Trump no tenga filtros en su boca y diga lo “que piensa”. Posiblemente, Trump no siempre dice lo que piensa, sino que expresa los prejuicios y frustraciones de una clase media-baja blanca, empobrecida, frustrada, asustada y poco educada. Muy hábilmente se convirtió en su vocero.
Al respecto, en reciente entrevista, el Presidente Obama acusó a Trump de explotar el resentimiento y las ansiedades de la clase trabajadora, con el fin de fortalecer su campaña política. Señaló que los cambios demográficos que se han experimentado en el país y el virtual congelamiento de salarios e ingresos entre las clases medias y bajas, les han generado dificultades económicas y limitado su capacidad para sostener sus familias adecuadamente.
“Usted combina esas cosas y el significado es el de que va a haber rabia potencial, frustración, temor – en parte justificado, pero equivocadamente direccionado”, añadió el Presidente.
Por ejemplo, los flujos de migrantes de México, Centroamérica y otros países han generado ansiedades en estos sectores de la población norteamericana, que consideran se enfrentan a una competencia desleal por los trabajos. Lo anterior explica el aplauso de las bases republicanas a la propuesta de Trump de construir un muro, a lo largo de la frontera con México, para impedir el ingreso de migrantes ilegales. En este caso, como en muchos otros, Trump propone soluciones simples, difícilmente realizables, pero que suenan lógicas entre sus bases.
Con ocasión de la final del concurso de Miss Universo y su torpe e imperdonable manejo cuando en directo se humilló a la señorita Colombia, Ariadna Gutiérrez, Trump rápidamente reaccionó y afirmó que el bochornoso error no habría ocurrido si el concurso continuara bajo su control. En todo caso, lanzó una propuesta: los organizadores deberían decidir que la corona de Miss Universo se comparta entre la colombiana y la filipina. Solución sencilla pero efectiva. ¡Bien por Trump en este caso!
Falta cerca de un mes para que los primeros votantes se expresen en las primarias de dos estados. Si Trump gana en uno de ellos, sus posibilidades de hacerse con la candidatura republicana aumentarán significativamente.