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Testimonio sobre Iván Duque
Como bien dice su biografía, tiene “una disciplina férrea por el trabajo marcada por valores éticos, con un gran sentido de la honorabilidad como obligación social”.
Sábado, 16 de Diciembre de 2017

Conocí a Iván Duque, hace muchos años, cuando estaba comenzando su carrera en el Banco Interamericano de Desarrollo. Puedo presentar un testimonio sobre su capacidad técnica, su seriedad profesional y sus cualidades humanas. Aunque desde lejos he seguido su carrera política, este testimonio no pretende avalar sus decisiones en esta materia, ni su pertenencia al Centro Democrático y cercanía con el expresidente Alvaro Uribe. No se trata de un testimonio político sino personal.

Tiene apenas 41 años, pero su madurez y seriedad lo hacen parecer mayor. Es abogado de la Universidad Sergio Arboleda. Residenciado en Washington DC, sacó tiempo para obtener maestrías en Finanzas y Administración Pública, y Derecho Internacional de “American University” y “Georgetown University” de esta ciudad,  y otras especializaciones, entre ellas, una en negociación de la Universidad de Harvard. Es un hombre estudioso que desde joven buscó surgir como profesional, no con base en palancas, sino con base en una sólida formación académica y vocación investigativa. 

Como bien dice su biografía, tiene “una disciplina férrea por el trabajo marcada por valores éticos, con un gran sentido de la honorabilidad como obligación social”. En resumen, es un colombiano a carta cabal que sirve de ejemplo a sus contemporáneos.

Iván me reemplazó como Consejera Principal del Director de Colombia y Perú ante el Banco Interamericano de Desarrollo. Andrés Pastrana, como Presidente, y Juan Manuel Santos, como Ministro de Hacienda, decidieron nombrar a una señora, de cuyo nombre no quiero acordarme, como nueva Directora Ejecutiva  de Colombia en el BID. La señora no tenía experiencia internacional y no conocía nada sobre el funcionamiento de organismos multilaterales. Su visión de liderazgo era la de armar griterías y humillar a las personas a su alrededor. Así es que, al segundo día de su posesión, le presenté mi renuncia irrevocable al cargo, efectiva de inmediato. 

Iván tuvo que armarse de inmensa paciencia para trabajar con ella. Creo que sus canas tempranas le vienen de esos días. Estuvo tentado a renunciar varias veces pero lo convencimos de que, por el bien de Colombia, no lo hiciera. Se dedicó entonces a trabajar con seriedad, a defender los intereses de Colombia y a seguir los temas más importantes en el BID. La corta estancia de la señora como Directora en el Banco no terminó en el desastre que hubiera podido ser, gracias a Iván. 

Como candidato presidencial, en el año 2001, Álvaro Uribe Vélez visitó el BID. Allí conoció a Iván Duque. Posteriormente, ya siendo expresidente, Uribe aceptó una misión especial en la ONU y se llevó a Iván como su asesor. Eso prueba que las calidades personales y profesionales de Duque no escaparon a los ojos de Uribe.

En estos momentos, la carrera para ser candidato(a) presidencial en Colombia es tortuosa y llena de obstáculos. El número de candidatos es exagerado y para que cualquier candidatura resulte viable, se tendrán que tejer una serie de alianzas difíciles e inestables. Estando lejos del país y obteniendo mi información política básicamente a través de la prensa escrita, no tengo los elementos de juicio suficientes para hacer un pronóstico sobre los candidatos que finalmente competirán por la presidencia de la república.

Lo que sí puedo decir es que, desde ya, Iván Duque figura entre los líderes colombianos que seguirán teniendo vigencia en el futuro. Si llegare a ser candidato final, ojalá que Duque, con su equilibrio y patriotismo, pueda modular y moldear las posiciones más extremas de su jefe político sobre las negociaciones de paz y la participación política de los exguerrilleros de las FARC. En entrevista reciente con Yamid Amat, al respecto, el candidato dijo: “a las FARC hay que decirles lo siguiente: ni trizas ni risas. No vamos a hacer trizas los acuerdos, pero no vamos a tolerar las risas de quienes se quieren burlar de Estado de derecho”.

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