Cuando finalizaba la lista de los graduandos en Ingeniería Civil, crecía la angustia y la incertidumbre de los papás de un muchacho vallenato que habían venido desde la capital del Cesar a acompañar a su hijo para que recibiera su diploma de ingeniero.
La ceremonia de graduación terminó en el auditorio mayor de Bellas Artes, aproximadamente a las cinco y treinta de la tarde del pasado viernes 05 de abril y los desesperados padres de familia ni escucharon los nombres y apellidos de su hijo, ni lo vieron vestido con la respectiva toga y birrete. Como era natural, con nerviosa y fuerte voz exigieron una explicación al director de la UFPSO y a los docentes que lo acompañaban en el escenario.
La desilusión, frustración e indignación de los desconsolados papás al día siguiente se convirtieron en una verdadera tragedia porque el descendiente no aparecía por ningún lado de la ciudad. En las redes sociales se registró el extraño hecho e incluso se informaba de la desaparición o secuestro del “ingeniero civil”.
Un medio radiofónico local indagó a directivos de la Universidad sobre el confuso hecho pero como era sábado, no se pudo aclarar la situación académica del muchacho cesarense, ya que durante los fines de semana la oficina de Admisiones, registro y control no se abre al público.
El caso estaba tomando ribetes preocupantes porque a nivel nacional se presumía que se trataba de un misterioso secuestro, el que obligó la intervención del Goes y la Sijín, hasta que un ex compañero de estudios del presunto secuestrado intervino para aclarar que el frustrado ingeniero había sido declarado por fuera de la Universidad (pfu) por su bajo rendimiento académico.
Pocas horas después, se conoció que el extraño desaparecido se encontraba en Bogotá, huyendo de la vergüenza que le produjo a sus ilusionados papás y los familiares que habían venido a celebrar el supuesto triunfo alcanzado por el irresponsable muchacho.
Fue tal el cinismo del joven vallenato que el mismo día de la graduación ingresó al auditorio de Bellas Artes con sus padres y familiares, por diferentes sitios, y calculó el momento para salir del escenario cultural, para después abordar un bus intermunicipal y desplazarse hacia la capital de la república.
Desde que fue declarado pfu, transcurrieron dos años hasta que posiblemente se graduaría, lo que indica que en todo ese tiempo, más de dos semestres, recibió los giros para las matrículas y manutención. Qué hizo con el dinero girado por sus padres?.
Y que quede constancia que no es el único caso que ha ocurrido en nuestra Universidad, seguramente que hay muchos, y no solo en la ciudad, muchísimos siguen aconteciendo en diferentes universidades del país.
En un ejercicio realizado por estudiantes de sexto semestre de Comunicación Social, a través de la asignatura de géneros de opinión, de manera rápida se denunciaron escándalos parecidos y con protagonistas del nororiente colombiano en instituciones de educación superior de esta parte de Colombia.
Para que el caso de los pobres padres vallenatos no se repitan en la ciudad y cualquier parte de nuestra nación, las universidades deberían notificar a los papás o representantes de los estudiantes de las anormalidades académicas, como cancelación de matrícula o expulsión por bajo rendimiento.
Mientras que esto no ocurra, se repetirá la triste y repudiable historia protagonizada por el muchacho valduparense que se iba a graduar de ingeniero civil.
¿Es justo que lo padres y otros familiares de estudiantes universitarios, reciban como respuesta a sus grandes sacrificios económicos, burlas, decepciones y golpes al alma por la irresponsabilidad, ingratitud y cinismo de sus hijos?.
¿Y qué se podrá esperar de esos jóvenes cuando la vida comience a cobrarle sus errores?