La verdad, no tenía mucha expectativa con la visita del presidente Duque, pues se debe partir de la base que una reunión para definir inversiones prioritarias para la región no debe ser discutida en el Coliseo, con discursos de todos los sectores, pues termina hablándose mucho y actuándose poco.

El Coliseo es uno de los monumentos más famosos de los romanos. Su distribución particular permitía que más cerca de la arena estuviesen el emperador y los senadores y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. 

En nada difiere la historia a la realidad, adelante el presidente y sus ministros, con los senadores y representantes a la Cámara y atrás todo el pueblo aglutinado con la esperanza de poder decir algo. Horas y horas de intervenciones no escuchadas, por estar chateando, conversando y por supuesto esperando en un sofocante calor, que se termine la maratónica e improductiva jornada, para salir corriendo.

Lamentablemente el anuncio inicial del presidente, de que no tenía una chequera, marcó el derrotero de lo que sería la reunión en adelante, un rosario de peticiones sin respuesta. Lo que el presidente notificó de entrada debió ser el anuncio más importante y contundente y la reunión no debió continuar, pues lo demás sería demagogia, pan y circo. Para la muestra un botón. Qué triste que nuestros alcaldes del departamento recibieran un trato de quinta, interviniendo al final, cuando ya nadie estaba poniendo atención.

Pero más triste es que tenemos un gabinete ministerial inexperto y falto de criterio, El presidente, como quien pide auxilio, les solicitaba a los ministros que dieran respuestas y lo único que hacian eran informar sobre cosas que se hicieron en el pasado o manifestar que están trabajando en el Plan de Desarrollo o un documento Conpes. 

Para citar un ejemplo sencillo, ante la petición de $7.000 millones para terminar el puente Benito Hernández, una obra ejecutada por el Gobierno Nacional, la respuesta del gobierno fue que con regalías se pueden gestionar los recursos, y que el gobierno ayudaría a la viabilización. Cualquier incauto aplaudiría la respuesta, pero lo cierto es que palabras más o palabras menos, quedó claro que esa obra se financiará con recursos propios de la región y no con inversión nacional. Amigo lector para que entendamos mejor, es como que el hijo pida un cuaderno y el papá le diga que sí se lo compra, que ahorre de la mesada diaria y cuando tenga el monto correcto, él va la papelería y se lo compra.

Lo cierto es que un espectáculo montado en un Coliseo, es eso, un espectáculo. Sólo faltó que el presidente tocara y cantara con el coro del maestro Iván Tarazona, bailara con Nieves y discutiera con Salomón para que el show estuviera completo. Porque la verdad como ejercicio democrático de priorización en materia de inversión pública, deja mucho que desear. Quizás en el mundo de nunca jamás, se pueda hacer inversiones sin recursos, pero en Colombia y en especial en la zona de frontera, sin chequera no se puede construir país.