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Sí a la Constituyente
Los cimientos de este desvencijado edificio en el que se ha convertido el país requieren de una reingeniería profunda y contundente.
Lunes, 6 de Junio de 2016

Los problemas estructurales que tiene Colombia no se resuelven con pañitos de agua tibia. Los cimientos de este desvencijado edificio en el que se ha convertido el país requieren de una reingeniería profunda y contundente; de lo contrario, corremos un alto riesgo de derrumbe institucional y social.

Los asuntos que aquejan a la población son variados y complejos. Cada tanto, vemos al Gobierno y al Congreso impulsando y aprobando proyectos que tienen por objeto -por lo menos en teoría- superar los inconvenientes y las falencias que aquejan a esta patria adolorida.

A mi juicio, esa no es la vía: resolver lo que está mal confeccionado por retazos y secciones da lugar a que surjan otros líos más sobre la marcha.

Urge una Asamblea Nacional Constituyente (lo vengo diciendo hace años), para erradicar la desigualdad social, a través de mecanismos legales idóneos que le permitan al ciudadano de a pie tener acceso real y de calidad, a la salud, a la administración de justicia, a la educación, al trabajo y en general, a una vida digna.

No se trata de impulsar la asamblea para ajustar el Estado a las exigencias de las Farc; hay que reformar lo que tenemos, con fundamento en las necesidades del pueblo, y así quedará sin piso el discurso de los grupos armados ilegales.

La exclusión es el caldo de cultivo del que germinan todas las formas de violencia; si logramos reducirla sustancialmente, ya no habrá justificación alguna para los violentos.

La constituyente, de paso, es el único mecanismo que garantiza que los acuerdos a los que se llegue con la guerrilla sean perdurables y sostenibles en el tiempo. En otras palabras: tenemos un buen remedio entre las manos, que funciona para muchos males al tiempo.

Como siempre, el problema de aplicar un “antídoto” legal contra el desbarajuste que padecemos es la falta de voluntad política, sumada a una alta dosis de vanidades personales y miedos.

El uribismo viene promoviendo la idea, desde que están en la oposición, pero el Congreso no comulga con el tema porque pierde poder y protagonismo; el Gobierno se ha mostrado en contra por temor a que la asamblea sea cooptada por el uribismo, y la guerrilla sabe que, si no cuenta a futuro con ese blindaje jurídico de la constituyente, terminará un día, como los jefes “paracos” montada en un avión de la DEA.

En la última semana, el gobierno Santos, se sumó a la idea de convocar a una constituyente (por lo menos así lo dejó entrever, en una declaración pública, el Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo). La reacción del funcionario es la consecuencia del hundimiento parcial de la reforma a la justicia, en la Corte Constitucional. En el bus de la constituyente deben subirse todos los sectores políticos y sociales, sin distingo de colores e interés, pues se trata de buscar lo mejor para el país y para la gente más necesitada. Esa a la que la acción del Estado debe estar encaminada con responsabilidad y determinación. Que sea el pueblo el que escoja por medio del voto popular, quienes deben ser sus representantes, de eso se trata la democracia.

La ñapa: El mundo del boxeo está de luto: falleció en Phoenix (Estados Unidos), Muhammad Alí, el “más Grande”, como él mismo se hacía llamar. Paz en su tumba. (Colprensa)

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