Con motivo de la terminación de las obras del puente Benito Hernández (San Rafael), el flujo vehicular es desviado hacia el norte de la ciudad, siendo el mismo por la prolongación Avenida Cero, una opción de los conductores para llegar al centro.
Al entrar al puente Francisco Tronconis (Avenida Cero), se encuentra personal de la Policía Nacional en su especialidad tránsito y transporte, que con pito en mano, exigen fluidez vehicular, prohibiendo además el cruce a la izquierda por las calles 21, 18 y 16, y como resultado, tremendo atasco al llegar a la calle 14.
Lo curioso del asunto, no es el trauma a la movilidad derivado del volumen de automotores de todo tipo, sino de la aventajada visión que tiene la autoridad para detectar infractores que incumplen la medida de pico y placa o placa-día, según decreto municipal.
Si usted pasa por el sitio, podrá comprobar que los ojos de estas personas están clavados en detectar a los distraídos conductores que con, o sin conocimiento de la restricción, avanzan en tan “maravillosa” red, hasta que sin importar la congestión, ordenan detener la marcha, obstaculizando un carril completo y dejando al garete la problemática que obliga su presencia.
El uniformado se ubica en un sitio que imposibilita conocer qué está sucediendo, puesto que no hay grúas para inmovilizar el automóvil y misteriosamente el infractor es absuelto de la falta.
Al respecto, es preciso traer a colación un refrán publicado por la Real Academia Española en el año 1992, que dice: “A los bobos se les aparece la Virgen”, que lo explica de la siguiente manera: “Denota que a algunos, sin hacer diligencia de ninguna clase, les viene la fortuna sin saberse cómo ni por dónde”, toda vez que el paso obligado por la Avenida Cero en los dos sentidos, ofrece un “manjar” a varios de los uniformados, que además de recibir radiación solar por varias horas, la aparición de un vehículo con placas de otra ciudad y con prohibida circulación, les permite mitigar la insolada.
Considero que la tarea que debe ejercer la Policía Nacional, debe ser de regulación del tránsito y por supuesto, de aplicar sanciones a los infractores que deciden estacionar sus vehículos sobre un carril, así sea por un instante. Bajo ninguna circunstancia se justifica que la misión encomendada, apunte únicamente a detectar uno que otro conductor que no debió sacar su vehículo y si es descubierto, sencillamente imponer el comparendo y tema concluido.
Esa persona que acaba de ser sancionada, con toda seguridad buscará resguardarse en un parqueadero porque si continúa su camino, recibirá sorpresas en cada cuadra donde se ubiquen los “bobos”. Debo aclarar que no son todos, pero infortunadamente, su indiscreción es percibida por la ciudadanía que reprocha dichas situaciones.
Trabajar a 38 grados de temperatura no es fácil, pero tampoco justifica actitudes que rayan contra los principios de nuestra querida institución.