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Santiago, apóstol del uribismo
Estamos en un Estado de derecho que tiene un aparato de justicia que, aunque no sea perfecto, hay que respetarlo.
Sábado, 12 de Marzo de 2016

La altanería y el tono grotesco con que un grupo de congresistas del llamado Centro Democrático embistieron contra el presidente Juan Manuel Santos, frente a la Casa de Nariño, fue un acto bochornoso, de una pasión descontrolada, producto de la indetenible furia del expresidente Álvaro Uribe, contra el primer magistrado de la Nación. Aquello parecía una revuelta de una pandilla de vendedores ambulantes, protestando contra el alcalde de turno, por negarles el legítimo derecho a los espacios públicos. ¿Qué tal la virulencia de José Obdulio Gaviria, gritando a todo pulmón, que lo único que le faltaba al régimen criminal de Santos era asesinar a Álvaro Uribe Vélez?  ¿O las palabras de Pacho Santos, afirmando que la respetabilidad y honestidad de Santiago Uribe habían sido secuestradas por la Fiscalía?   ¿O lo afirmado por el propio Álvaro Uribe, señalando a la Corte Suprema de Justicia de tenerlo chuzado? Qué descaro oír esas palabras de boca del señor expresidente, hoy jefe del Centro Democrático. Si toda esa vo
cinglería insensata fuera por habérsele violado flagrantemente los derechos humanos a uno de sus miembros, se entendería. Pero es por una legítima decisión judicial, producto de una investigación, donde aparecen más de 150 crímenes de los llamados de “limpieza social” que, afirma la Fiscalía, se encuentran impunes en  un 99 por ciento.

Lo que desconocen los uribistas, que pretenden darle la vuelta al péndulo, diciendo que todo es una retaliación política, es que estamos en un Estado de derecho que tiene un aparato de justicia que, aunque no sea perfecto, hay que respetarlo. Olvidan que en los tiempos de Uribe, el país se hallaba polarizado, víctima de flagrantes chuzadas, asesinatos del DAS, acomodamientos políticos e impunidad  a conveniencia.

Su decisión de declararse en rebeldía contra el Gobierno y la justicia y el salir a gritar, de manera irresponsable, “Santos, renuncie ya”, lo cual monitoreaban con grotescas pancartas, es la más clara manera de pretender manipular a los colombianos, en su propósito de atentar contra todo gesto progresista, tendiente  a la consecución de la paz.

Si el uribismo no estuviera llevado por una actitud pendenciera contra el Gobierno, en vez de la histeria y la gritería contra Santos, deberían respetar la ley y las instituciones, esperando confiados en una justa decisión de la Fiscalía. Si ellos creen que Santiago Uribe es el apóstol Santiago, y no el jefe de la banda criminal de ‘Los 12 Apóstoles’, deben permanecer tranquilos. Confiar en que a tan distinguido señor,  no habrá de caerle el peso de la justicia, siempre y cuando demuestre que no es un funesto criminal, sino un hombre inocente.

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