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Rondalla de la música
Hasta en sus temas nostálgicos había una extraña alegría y una fiesta de voces. 
Domingo, 9 de Octubre de 2016

Ahora tengo que buscar mucho para escuchar música bonita, tanto clásica como popular, esa que guardaba una añoranza en cada nota y en cada verso, que cantaba a los ojos bonitos, a las flores, a los pájaros, a la sonrisa de las niñas, al amor, y se sembraba en el sentimiento de la gente para hacerla buena. 

O recurrir a mis viejos casetes y los CDs (ni hablar de los LP) que ya no se encuentran por ningún lado.  

Antes, por ejemplo, existían las rondallas, conformadas por conjuntos de música de cuerdas y corales, en tono de romance, sin ampliación electrónica, con un gusto predilecto por temas que enaltecían el espíritu: eran llamados estudiantinas, tunas, o rondallas, con grupos de jóvenes que se reunían, cantaban e interpretaban –creativamente- los instrumentos musicales (sin arreglos) ahora casi desparecidos, como flautas, panderetas, violines, guitarras, laúdes, violoncelos, castañuelas y otros, comprimidos hoy en las modernas consolas electrónicas.

Hasta en sus temas nostálgicos había una extraña alegría y una fiesta de voces. 

Recuerdo la Rondalla Colombiana, tocando aires nacionales e internacionales, de aquellos que nos hacían soñar. (Más local, la Tuna de Corponor, que marcó una bonita presencia en Cúcuta, o la Coral del Club del Comercio). 

O la Tuna Javeriana, en mi época de universidad; era fascinante asistir a sus presentaciones y sentir el orgullo institucional, así como el fluir de la sensibilidad juvenil en el batir de capas, escudos, cintas multicolores y la contagiosa secuencia de sus movimientos en los bailes cadenciosos.

Todo esto había venido de la tradición española del siglo XVI, heredada a su vez de la música árabe, que nos trasmitió algunas cosas buenas, como esa de sentir la música y representar los sentimientos, organizar comparsas y vivir una era romántica plácida, casi primitiva, que se aloja ahora en el recuerdo con visos de nostalgia. Era un mundo más humano, agradable, más lento y sencillo.

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