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Reflexiones políticas durante Semana Santa
Las informaciones conocidas, tanto nacionales como internacionales, no parecen cercanas a una superación de la actual situación de pandemia y debemos prepararnos.
Domingo, 4 de Abril de 2021

Las vacaciones de Semana Santa, en contexto de pandemia, dejan espacio suficiente para reflexionar –desde la posición del analista, no de partidario de una u otra posición- acerca de diversos problemas que nos aquejan y acerca de los cuales existe un elemento común: la incertidumbre. 

Primero, considero que por las informaciones conocidas, tanto nacionales como internacionales, no parece cercana una superación de la actual situación de pandemia y debemos prepararnos para un período relativamente prolongado de continuación de la situación actual; la lentitud del proceso de producción de vacunas y de vacunación a nivel global y en la mayoría de países, el surgimiento de nuevas cepas del virus que van mutando, la indisciplina social en la mayoría de los países –entendible por la fatiga de las medidas restrictivas, pero igualmente por un manejo de información que parece inadecuado-. Entiendo la intención de los gobernantes de tratar de volver pronto a la ‘normalidad’ –incluyendo actividades como la de educación- y de los empresarios por buscar la reactivación de los negocios con los efectos que ello tiene en el empleo, pero todo indica que difícilmente antes de finalizar este año no vamos a tener algo parecido a la anterior ‘normalidad’. 

Segundo, sobre las coaliciones electorales, especialmente la de izquierda, denominada ‘Pacto Histórico’ y la del centro político llamada ‘Coalición de la Esperanza’; algunos activistas quisieran que se unieran ya y eso se entiende en los deseos del militante o activista, pero la realidad es que existen diferencias grandes y desconfianzas igualmente profundas –entre ellos son especialistas en atacarse y darse todo el palo posible, como si se tratara del enemigo-. Creo que no se puede forzar una unión o por lo menos convergencia, sin que maduren las condiciones al interior de cada coalición y en las relaciones entre ambas. No olvidar que si bien en una de ellas está el candidato Petro que gana en un primer sondeo en primera vuelta, en la otra, está el precandidato Fajardo que, según esa misma encuesta, derrotaría a Petro en segunda vuelta; por lo tanto hay que esperar a que las condiciones maduren y especialmente que al interior de cada coalición se haga conciencia de que su candidato opcionado puede perder. Es
o es fundamental para poder mirar con realismo las condiciones políticas. En la coalición de la derecha las cosas no están fáciles tampoco y es posible que haya dos fórmulas para primera vuelta la del uribismo y la de los exmandatarios regionales. 

El tema del orden público en los territorios parece ser cada día más grave, así como la inseguridad urbana; especialmente por la diversidad y dispersión de actores y el peso que parece tener el control de rentas ilegales. Esto plantea al gobierno que se elija en 2022 una seria estrategia de seguridad pública y ciudadana, sin propuestas fantasiosas de creer que se pueden desmovilizar a algunos de estos actores en un plazo de meses; la experiencia colombiana muestra que se requiere una estrategia que combine de manera adecuada y consistente, inteligencia, fuerzas especiales de todos los componentes de la Fuerza Pública y una posibilidad de negociación de corto plazo y/o de sometimiento a las autoridades de los grupos ilegales. Por supuesto acompañado esto con una estrategia de implementación realista del Acuerdo de La Habana, con énfasis en el tema agrario y en la sustitución de los cultivos de uso ilícito. 

Finalmente, la reactivación de la economía en el ámbito de las grandes, medianas y pequeñas empresas es fundamental, con una política agresiva de redistribución de ingresos, donde la ‘renta básica’ puede ser un mecanismo estratégico necesario de ampliación del mercado interno. 

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