Fragmentos es el título de la obra que la escultora colombiana Doris Salcedo creó con las armas que fueron entregadas por los exguerrilleros de las Farc cuando se desmovilizaron.
Un monumento ideado como una pieza que permitiera “transformar las cicatrices de la guerra en arte”, como parte de las memorias del conflicto armado, invitando a la reflexión sobre una época oscura del país que no debería repetirse.
Sin embargo, los esfuerzos de muchos colombianos, e incluso de la comunidad internacional, para dejar atrás tantos años de guerra parece que no darán los frutos esperados, con la intención de una estructura de las antiguas Farc de reagruparse e intensificar sus actos ilegales.
La única motivación para conformar una organización armada que pretende reunir a unas 8.000 personas, según investigaciones adelantadas por las autoridades, es tener el control del negocio de las drogas y manejar la minería clandestina, actividades que permitirían acumulación de fortunas en poco tiempo.
Dos puntos serían estratégicos para el fortalecimiento de estas organizaciones que incluiría además de la consecución de recursos, el alistamiento de nuevos miembros dispuestos a reorganizar varios frentes que serían distribuidos en gran parte del territorio nacional.
Disidentes de las Farc y el Eln estarían implementando una estrategia para enfilar venezolanos en la zona limítrofe, aprovechando la crisis del vecino país y el éxodo masivo de personas que buscan mejores oportunidades de vida.
Se daría un reclutamiento forzado de venezolanos que tratan de cruzar la frontera a hurtadillas, obligándolos a hacer parte de la guerrilla valiéndose de su estado de indefensión.
Incluso menores de edad son objeto de esa incorporación que inicialmente busca el desarrollo de actividades ilícitas en la región.
La Fiscalía ya tiene conocimiento de la situación, que demanda acciones no solo para la protección de las víctimas, también para evitar el fortalecimiento de esas bandas de delincuencia.
El otro “centro de operaciones” de la guerrilla es el departamento del Guaviare, que tiene extensas zonas de selva propicias para agruparse, ocultarse, realizar entrenamiento y el narcotráfico, con terrenos óptimos para cultivos y laboratorios de procesamiento de alucinógenos.
Desde que concluyeron las negociaciones en La Habana y durante el transcurso de la ejecución de los acuerdos, ha existido el temor de que un grupo de las Farc continuó con el manejo del rentable comercio de estupefacientes. Con ese fin Miguel Botache Santillana, alias “Gentil Duarte”, y otros exguerrilleros que tenían alguna línea de mando, habrían desistido de hacer parte del proceso de paz y con el tiempo más excombatientes se unieron ante los obstáculos surgidos en la implementación de los convenios.
Sobre el tema se han escuchado rumores de amenazas a cerca de la situación jurídica de alias Jesús Santrich, señalando que si es extraditado muchos de los que están sometidos a los acuerdos volverían a rearmarse.
Se necesita la contundencia de la Fuerza Pública, el apoyo a los organismos de seguridad del Estado para evitar que prosperen campañas terroristas, que prevalezca la justicia sobre las intimidaciones y no permitir el crecimiento del negocio del narcotráfico. (Colprensa)
@WilsonRuizO