Los departamentos afectados con la minga indígena aún no se recuperan de las pérdidas ocasionadas por 27 días de manifestaciones y bloqueos en la vía Panamericana, que en cifras concretas superaron los $60.000 millones, además del aumento en los precios de alimentos y productos de primera necesidad, desabastecimiento de combustible y parálisis del transporte, perturbando la entrada y salida de mercancía en el suroccidente del país.
Sin superar las secuelas dejadas por la minga, el Gobierno Nacional debe prepararse para enfrentar un nuevo paro, esta vez de carácter nacional, convocado para el jueves 25 de abril con la participación de diferentes sectores sociales, económicos y políticos, algunos buscando un cese de actividades indefinido.
El presidente Iván Duque en solo ocho meses de administración ha tenido que afrontar diferentes movilizaciones en las que participaron educadores, cocaleros, cafeteros, trabajadores estatales, estudiantes, campesinos, pero la que más perjudicó la producción fue la minga desarrollada en el Cauca.
Si bien la protesta social es un derecho que tienen todos los ciudadanos, que debe ser respetada y protegida, en muchos de esos paros se pudo notar la influencia de dirigentes de partidos de la oposición, lo que da un tinte político a las manifestaciones en un afán por deslegitimar al actual gobierno. Esta situación impide que se logren acuerdos de manera pronta y hace que muchas de las peticiones se vuelvan inviables, como ocurrió en el Cauca donde las pretensiones desbordaron las capacidades reales del Estado.
Las protestas programadas para este 25 de abril tienen algunas características comunes frente a ese tema. La intervención de dirigentes políticos hace que muchas de las reclamaciones, aunque sean válidas y justas, se aprovechen para hacer proselitismo. Cuando se ondean banderas con colores partidistas se resta credibilidad a las movilizaciones.
La cercanía de las elecciones regionales que se celebrarán el 27 de octubre próximo, permite que la jornada de este jueves sea un escenario propicio para buscar simpatizantes y traducirlos en votos. Crean un ambiente caótico para que emerjan “salvadores” con promesas de cambio que nunca se cumplen.
El llamado es a que se ejerza el derecho a la protesta de forma ordenada, sin afectar la inmensa mayoría de trabajadores que buscan movilizarse para cumplir con sus obligaciones diarias. Así como los manifestantes tienen derechos que deben ser respetados, quienes no participan de las congregaciones tienen la libertad de locomoción y el derecho a desarrollar sus actividades sin sufrir las consecuencias de bloqueos. El disentimiento es importante en el desarrollo de la sociedad, pero sin acudir a las vías de hecho que lo convierte en atropellos al interés general.