Los operativos son estrategias utilizadas por las autoridades que apuntan a controlar determinada situación. En esta oportunidad, haré mención a los de movilidad.

Pese a que el alto oficial representante de nuestra querida institución, ha manifestado que los operativos que realizan sus subalternos, se ejecutan acorde a los protocolos previamente establecidos, la realidad es bastante diferente.

No pienso ni por un instante mirar por el retrovisor respecto a los lamentables hechos relacionados con operativos de tránsito del año que pasó, puesto que las imágenes representadas en fotografías, testimonios y videos tomados por los ciudadanos, son muy diferentes a lo que trató de aclarar el funcionario policial.

Ahora, no es entendible que sobre la Avenida Demetrio Mendoza, frente a las instalaciones de la Policía Nacional en sus diferentes especializaciones, se ubiquen varios uniformados en franco operativo, sin señalización alguna y violando los supuestos protocolos, obligando a algunos conductores de motocicleta, a detener la marcha para la concebida revisión documental y por supuesto, el trancón que originan es tan grande que los vehículos llegan hasta la entrada del Comando de Policía, toda vez que en ese sitio se genera una reducción de carril.  

Según lo anotado por el oficial, los cucuteños son indisciplinados y es cierto, pero no menos cierto es que existe un teléfono roto en las instrucciones que se imparten y de ahí que exista dentro de la institución una evidente trasgresión a lo que realmente debe ser un operativo. 

Por otra parte, es un deber de la Policía Nacional, velar por nuestra seguridad y en consecuencia, es lógico entender que eventualmente soliciten identificación a los conductores de cualquier tipo de vehículo, pero de ahí a exigirle el certificado de gases o el seguro obligatorio, es una extralimitación de su funciones puesto que no todos los integrantes de la fuerza pública tienen la formación para actuar como autoridad de tránsito, salvo en los municipios donde no exista tal dependencia. 

Si no tuviera razón en lo anterior, cualquier patrullero podría atender accidentes de tránsito, levantar croquis, imponer comparendos y algo más importante, apoyar la regulación del tránsito en los sitios y horas donde se infarta la ciudad, pero todos sabemos que eso no sucede. 

La ciudadanía está agotada de los comportamientos injustos por parte de la autoridad de tránsito y lo anterior se soporta en los interminables y desapacibles comentarios en las redes sociales, constituyéndose en una forma de protestar. Lo censurable, son las expresiones de vulgaridad que merman el sentido crítico con el que se debiera ejercer el derecho a la protesta.