Con Omaira González Vera uno puede disentir cordialmente, pero en los temas de la paz y el posconflicto su posición es irreductible y apasionada. Al fin y al cabo a las víctimas no les interesa quien la firme, les interesa es que se dé.
Vean ustedes, si alguien criticó el mal manejo del doloroso fenómeno del desplazamiento forzado y la infrahumana condición de las víctimas en Cúcuta durante los últimos quince años, fui yo. Por ahí quedan en los anales de este diario mis protestas de muchos jueves, por la impolítica gestión municipal, que nunca tuvo censos y que en cada burócrata que designaba, consagraba solo capítulos de exclusión y “alegalidad”, que es un estímulo para delinquir con la bendición de las mafias.
Desde que llegó Omaira, me dedique a seguirle sus pasos, pues aparecieron francotiradores con hiel
y sal a zaherir. Me he acercado, además, con algún criterio equivocado, pues la lupa con la cual miro el proceso de paz la focalicé en el método, y dejé de observar todo el bosque. He comprendido al final igual que las víctimas; hay que lograr la Paz y que los métodos los corrige la historia. Lo demuestran Irlanda, El Salvador, Filipinas, El Congo, Kenia y Sudáfrica.
Esperé entonces y escuché como elaboró la propuesta de su Secretaría del Posconflicto, Cultura y Paz en el Plan de Desarrollo Municipal. Se me hace que su cronograma del primer año de gestión es austero y ello obedece a la penuria que heredó esta administración. Pero está bien el enfoque de robustecerlo en los tres restantes, al fin y al cabo los ajustes tributarios nacionales en un 70% irán al fortalecimiento del posconflicto. Importante la diligencia de consolidar la información ¿recuerda que teníamos tres bases de datos diferentes y dispares? Interesante la manera como integró su equipo de trabajo, muy joven y muy pilo, a veces acelerados, fue mi primera impresión. Equipo interesante en el que noté un buen ejercicio adicto a la planeación, que en la estructuración de la Visión indica que saben para dónde van.
Me reservo mis inquietudes en lo relativo a las políticas de autosostenimiento y estabilización de las familias de las víctimas, si el honorable Concejo municipal no aumenta los rubros, por ahora. Pienso, además, que es acertada la pedagogía diseñada para la construcción de Paz en la medida en que las instituciones de educación media y superior, entren en un voluntariado de praxis homologables en los consultorios interdisciplinarios anteriores al grado.
En el Plan de Desarrollo Municipal, el pertinente a la Secretaría del Posconflicto, es más práctico y pedagógico que mediático, lo cual es un vector de seriedad que conduce a logros discretos pero efectivos.
Además, hay tras la persona de Omaira González Vera, mucha más experiencia de asistencia social y pedagógica, que es lo que vale, que los suficientes títulos académicos de buena marca que ha obtenido. Es “Tomasina”, con el significado que trasmite el claustro por su obsesión histórica en las luchas sociales de nuestra nación, así sean confesionales por los Derechos Humanos, y de otra parte la formación de la escuela “Javeriana”, en resolución de conflictos, disciplina que les ha llevado al sacrificio. Agrega, además, las enseñanzas recibidas en nuestra academia de la Universidad Libre en Alta Gerencia con la formación librepensadora y tolerante que allí se inculca. Así que por ello invadimos su espacio para verificar la Visión de su despacho y confirmar que ella y su joven equipo, saben para donde van.
Adenda: Nos duele infinitamente la retención de la Columnista Salud Hernández. Colombia sabe de nuestras miserias, porque ella valientemente se las hace saber al “nuevo establecimiento” del país. El Conpes del Catatumbo ha sido incumplido. Cuando se siembran vientos, se recogen tempestades.