Quien quiera formarse un concepto de lo que es Álvaro Uribe Vélez, debe leer el reportaje que, el domingo 2 de julio pasado, le hizo Yamid Amad, al exdirector de la Policía Nacional y actual Vicepresidente de la República, general Oscar Naranjo, para que conozca, no solo las intimidades del dueño del Ubérrimo, sino la manera como ha venido manejando al Centro Democrático, movimiento político al que Naranjo desnuda, sin guardarse absolutamente nada de lo que conoce y conoció, desde cuando vistió el uniforme de la Institución y alcanzó el rango de Director, en el gobierno de dicho personaje.

La contundencia  de sus declaraciones es demoledora. Así lo pudimos observar quienes lo leímos. 

Uribe debió haber quedado vuelto añicos, lo mismo que su selecto grupo de incondicionales, que debieron haber quedado con los pelos de punta, ante el destape que con exceso de franqueza y carácter, les hizo el entrevistado. 

Empezó por decir que el Centro Democrático no solamente miente, sino que continuamente desinforma, información que para nadie es un secreto, pues esas mañas son ampliamente conocidas , dado el peculiar actuar no solo del jefe, sino de  sus líderes más inmediatos y cercanos. 

Mintieron durante el proceso de paz con las Farc y aún lo siguen haciendo. 

Desinformaban cada vez que se daba un nuevo paso en relación con los acuerdos de paz y, permanentemente,  continúan en esa tarea deleznable. 

Engañan con el cuento del ‘castrochavismo’ y traman a la gente con la perorata  de la ideología de género. Hablan mal del Gobierno en Washington, lo mismo que en Atenas, actitud que practican frecuentemente,  sin el menor asomo de sonrojo.

Pero eso no es todo. Sin el menor  pudor, distorsionaron la campaña por el NO, como públicamente lo acepto Juan Carlos Vélez Uribe, en ese entonces, Jefe de la campaña uribista.

Pero  no solo sobre lo anterior, el general Naranjo, les cantó la tabla. 

También se refirió a la grotesca manera de hacer política, con base en el terror imprimido al pueblo, que empieza a erosionar su confianza institucional y a perder la fe  en su sistema político y en la legitimidad de los poderes del Estado.

Mentid, mentid, que de la calumnia algo queda, es la consigna que repiten los uribistas y que Uribe les ha inculcado como un padre nuestro. 

Ojalá que las palabras del general Naranjo, no solo hayan podido desenmascararlos, sino calar profundamente en la conciencia de un pueblo,  que ve en su formidable prestigio, una voz de absoluta credibilidad.

A no dudarlo el general Naranjo, es un adalid de la democracia.