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Mal de rabia
Tantos años de lucha y el Eln terminó pareciéndose al enemigo que combate.
Jueves, 11 de Febrero de 2016

La bomba que explotó el miércoles pasado en el  parque lineal, y que fue accionada a control remoto dejó a ocho policías heridos y zozobra en el sector.

El Ejército de Liberación Nacional (Eln) se atribuye el atentado, y dice: “esta es una de las respuestas en que el pueblo organiza su rabia y aplica justicia a quienes creen que el tener licencia para portar armas les da también licencia para matar gente.

Los crímenes de estado no pueden seguir quedando en la impunidad”.

En cinco párrafos el comunicado del Eln habla de los deportados de Venezuela, el ESMAD, el paramilitarismos, César Rojas, paz con justicia social, y finaliza con una promesa de respuesta armada si persiste la agresión contra la gente.

Ahora, vamos por partes. Primero, el Eln. Lo del miércoles no fue otra cosa sino una celada cobarde de un grupo armado.

No fue un combate. No fue una acción política.

Fue un acto criminal contra hombres que estaban en formación esperando órdenes para tareas de vigilancia. Atentar contra hombres distraídos no es un motivo particular de orgullo dentro de la rutina de la guerra.

Pero el Eln se escuda hablando a nombre del pueblo ¿de qué pueblo? –Cada vez más lejos, cada vez más desilusionado- Creo que el método utilizado por el Eln para hacerse oír les ha hecho perder la razón que les dio origen  y de alguna manera justificaba sus movimientos.

La defensa frente a un Estado arbitrario, excluyente, endogámico, violento, que aplastaba con la bota militar cualquier intento de transformación (y depuración) en las costumbre políticas se ha diluido en el momento en que la guerrilla copia esos mismos métodos para responder.

Hoy existen muchas maneras para expresar inconformidad, para denunciar, para hacer control político sin necesidad de llegar al extremo de una bomba en la madrugada.

El uso de esos métodos sin antes haber agotado otros caminos, hacen que Camilo Torres esté revolcándose en su tumba.

No quiere el Eln una sociedad violenta y para que no sea violenta ejercen la violencia en un círculo vicioso como el de la serpiente que se muerde la cola.

¿Qué hay corrupción en las fuerzas armadas? Sí. ¿Que algunos miembros de la fuerza pública son violentos?

Sí. Pero es que esa es la naturaleza de la derecha.

La izquierda inteligente no cae en la brutalidad de la “acción intrépida y el atentado personal” del que hablaba en sus tiempos Álvaro Gómez: y miren como le fue.

Tantos años de lucha y el Eln terminó pareciéndose al enemigo que combate. Y esta no es la forma, señores, en que el pueblo “organiza su rabia”.

Primero, porque nadie tiene derecho para hablar a nombre de nosotros, que somos el pueblo.  

Tampoco para encauzar nuestra rabia (que es mucha por el atropello que a diario ve uno contra gente humilde) de una forma que nos avergüenza como especie.

Aquí lo que pasa es que mientras nosotros tenemos rabia, ustedes sufren de mal de rabia.

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