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Los líos del yerno de Trump
El escándalo se creció cuando Trump despidió al jefe del FBI.
Sábado, 3 de Junio de 2017

Jared Kushner, el esposo de Ivanka Trump, no revela sus 36 años. Tiene una cara tan inocente que a todos nos tenía convencidos de que era incapaz de partir un plato. Bueno, con sus contactos con los rusos durante la campaña presidencial y, también, después del triunfo de su suegro, está a punto de partir toda la vajilla de la Casa Blanca.

Se sabía públicamente que el gobierno de Vladimir Putin quería afectar la campaña presidencial norteamericana para favorecer a Trump y perjudicar a Hillary Clinton, a quien consideraba enemiga de su régimen desde sus tiempos como secretaria de Estado. Como contraste, Trump había expresado su admiración personal por Putin y por sus habilidades de gobierno. Los principales líderes de opinión en los Estados Unidos se mostraron preocupados y hasta escandalizados por la posible intervención del régimen ruso en el proceso democrático. 

Posteriormente, las preocupaciones aumentaron cuando se comenzaron a investigar señales de que habría existido colaboración de algunos miembros de la campaña de Trump con las acciones para afectar los resultados de las elecciones presidenciales. Esfuerzos que se manifestaron en la penetración, por parte de hacker rusos, de los archivos del Partido Demócrata y los del jefe de la campaña de Clinton. Los archivos fueron publicados. Pero las acciones fueron mucho más allá, con la publicación en las redes sociales de mensajes falsos sobre Hillary, y con la creación y diseminación, en estados clave para el triunfo, de escándalos inventados. Recientemente, Putin reconoció que, posiblemente, hacker “patriotas” habrían participado en esas acciones.

El escándalo se creció cuando Trump despidió al jefe del FBI, en momentos en que estaba investigando las posibilidades de colusión entre algunos miembros de su campaña, particularmente el general Michael Flynn, y los rusos. No existe claridad si el FBI ya estaba también detrás de los pasos de Kushner y de sus numerosos contactos con el embajador de Rusia, Sergei Kislyak. En todo caso, Kushner fue uno de los asesores de Trump que le aconsejó echar al jefe de la Oficina de Investigaciones.

Cuando todo el mundo pensaba que ya se conocían los detalles más relevantes de los contactos de Kushner con los rusos, por una conversación entre el embajador Kislyak y sus jefes en Moscú, se supo que Kushner habría supuestamente sugerido que se le diera acceso a instalaciones diplomáticas de los rusos, para abrir un canal secreto de comunicación entre la administración entrante y el gobierno de Putin. Este canal secreto de comunicación buscaba evadir las interferencias y el conocimiento sobre las conversaciones por parte de los cuerpos de investigación norteamericanos. En otras palabras, la campaña de Trump confiaba más en los rusos que en las instituciones nacionales. Las críticas internas sobre Kushner fueron inmediatas. Se le calificó no sólo de ingenuo sino de insensato e ignorante. 

El canal de noticias de Fox, principal impulsor de la candidatura de Trump y su actual defensor, se apresuró a “aclarar” que la iniciativa del canal secreto de comunicación habría surgido del embajador ruso y no de Kushner. Ningún otro medio, hasta ahora, ha secundado dicha interpretación.

El próximo jueves, el exjefe del FBI, James Comey, declarará ante una de las comisiones del Congreso, sobre las conversaciones con Trump que condujeron a su despido. Se sabe que Comey tenía por costumbre hacer notas detalladas sobre las conversaciones que tuvo con el presidente. Se conoce que tiene un memorando recordatorio sobre la última y que hablaron sobre Flynn, ya que Trump le solicitó que cancelara esa investigación. La negativa del jefe del FBI condujo a su despido. ¿Se habló, además, sobre Kushner?

La expectativa por las declaraciones de Comey es inmensa. Las informaciones que brinde alimentarán la investigación especial que ya se ha iniciado. En todo caso, el escándalo puede crecer aún más y complicarle la vida a Kushner. La pregunta es si conducirá al retiro de este último de su cargo de asesor en la Casa Blanca. Difícil por los lazos familiares tan cercanos. Pero con Trump, las lealtades tienen un límite.  De allí que todo sea posible.

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