Llegar a un cruce semaforizado ha profundizado la tortura a la cual son expuestos los conductores en especial los de servicio particular, porque los segundos que dura el cambio de luz, es aprovechado por decenas de personas que han decidido buscar el sustento por esta incómoda forma de trabajar.
Ellos saben perfectamente que algunas mujeres son más vulnerables y lanzando el chorro de agua jabonosa, creen que han ganado un derecho y que es una obligación entregar dinero. Con respecto a los conductores de taxi, son respetuosos y esperan la aprobación o no del servicio, si es que así puede llamarse.
Ahora, este oficio no requiere influencias, ni homologación de títulos, ni nada que se parezca a requisitos, de tal manera que el número de limpiavidrios crece diariamente, debido a las condiciones del hermano país, conocidas mundialmente y ante las cuales aún falta lo peor.
Cada persona tiene su percepción sobre el ingreso a nuestro país de hermanos venezolanos o de colombianos que han retornado después de varias décadas, pero infortunadamente pareciera que en nuestra ciudad han llegado, aquellos jóvenes que fueron problema en su país y ahora lo son en el nuestro.
La situación tiene dos aristas principales. La primera, que la mayor parte de ciudadanos se conmueve y entrega dinero sin problema, así no se autorice la limpieza del vidrio. Eso permite que más personas se apoderen del lugar , que internamente fijan reglas para limitar la llegada de nuevos inmigrantes.
La segunda arista es que la Policía Nacional, es indiferente ante la situación y de ahí que los limpiavidrios sienten que su forma de actuar es normal y permitida, así la realidad sea totalmente distinta.
La solución no es fácil y por el contrario, exageradamente compleja, partiendo de que nadie sabe a ciencia cierta el número de personas que entran o salen del país diariamente, porque entre otras cosas, el torniquete que está o estaba a la entrada de Colombia, era el puro elemento metálico, toda vez que el contador, no servía. Un reconocido periodista de la ciudad logró evidenciarlo.
Entonces es cuando se requiere para este caso en particular, que ante la imposibilidad de retirarlos, se les fijen condiciones que apunten al respeto hacia los conductores y en caso de conocer determinado número de quejas en algún punto de “limpiavidrios” se ordene el despeje de estas personas por espacio de por lo menos un mes a ver si de esta manera aprenden a comportarse. No veo otra solución por el momento y el gobierno nacional mucho menos.
Por otra parte, si usted no autoriza la limpieza de su parabrisas, no entregue dinero. No se deje intimidar y así ellos aprenden a respetar.