Por querer en la familia un jugador profesional de fútbol, un hogar se encuentra ‘desintegrado’ transitoriamente, porque el prospecto se encuentra en una importante capital del país, militando en las divisiones inferiores de un prestigioso equipo nacional, acompañado por su madre.
Aunque el ilusionado muchacho está cursando un grado de bachillerato lejos de su tierra natal, su padre, solo en su patria chica, se dedica a su labor artesanal para obtener los recursos que debe girar mensualmente para el sostenimiento de su esposa e hijo.
El entusiasmado papá trabaja muy duro para que su heredero cumpla su lejano o cercano sueño de vestir la camiseta de uno de los dieciocho equipos que participan en la primera categoría del rentado colombiano.
Él confía ciegamente en las condiciones de su heredero para que triunfe en el popular deporte y que reemplace a Miguel Augusto ‘Nano’ Prince, el único ocañero que ha llegado al fútbol profesional de este país, y que entre otras, vistió la camiseta de la Selección Nacional y de importantes clubes como Millonarios y América.
Ojalá que los esfuerzos y sacrificios del esposo y padre tengan su recompensa, y que el sueño no se esfume, tal como ha ocurrido con los de numerosas familias locales y regionales, que se imaginaron a sus niños convertidos en verdaderos ‘cracks’, pero debieron conformarse con verlos regresar derrotados y con los planes económicos aplazados o diluidos.
De acuerdo con especialistas en el futbol local, gran parte de los fracasos se debieron a la carencia de verraquera, a la indisciplina, a la ‘mamitis’, porque la mayoría de ellos, pretendía que los alinearan como titulares en los equipos en que se probaron, sin quemar las distintas etapas, como ascender lentamente por las diferentes divisiones.
Casos como los de Luis Portillo, David Orozco, Lito Picón y Omar Pérez, y otros más, confirman que a los jugadores de esta región nortesantandereana les faltó humildad y perseverancia para llegar al fútbol profesional.
Y dentro de los padres y madres que han tratado de cambiar el proceso del descubrimiento y formación de los nuevos ídolos del popular deporte, llegaron al extremo de invertir o derrochar grandes cantidades de dinero, al matricular a sus hijos en dudosas academias, en otros países como Argentina y Brasil.
Incluso, los han enviado a mostrarse en grandes equipos europeos, pensando que con la plata van a cambiar el tortuoso procedimiento del descubrimiento de nuevas figuras, sin que se cuente con lo más importante y decisivo, el desbordante talento deportivo.
Muchos de los frustrados astros del balompié, interrumpieron su formación académica y solo lograron culminar el bachillerato, pues sus posibilidades de convertirse en importantes profesionales, fueron opacadas por la fantasía de ser iguales o mejores que Messi, Ronaldo, Falcao o James, y de ganar sumas astronómicas de euros.
A los progenitores que se dejan embriagar de los éxitos deportivos y económicos de los grandes jugadores, a través de la manipuladora televisión, hay que aclararles, que si sus hijos nacieron con aptitudes extraordinarias para jugar fútbol, no tienen necesidad de enviarlos a Italia, Inglaterra , Alemania o España, porque los casatalentos se enterarán y vendrán a conocer a las próximas maravillas, a contratarlas, a que brillen en el plano orbital y a que su situación económica se transforme de manera inusitada, mejor que hubiesen acertado un baloto acumulado.