En matemáticas teológicas, un rico más son miles de pobres menos. Esa ha sido, en el fondo, la receta del Banquete del Millón que el pasado noviembre llegó a la “versión” 58. Los eudistas llevan medio siglo y monedas metiéndoles la mano al bolsillo a los colombianos. Ven un rico Epulón susceptible de aligerar de denarios, y entran en trance, levitan.
De la mano del padre Rafael García-Herreros, el cucuteño que fue “recogido por el silencio” hace 26 años, en pleno banquete, los pupilos de san Juan Eudes se anticiparon a platudos como Bill Gates y Warren Buffet quienes se tienen confianza para hacerse perdonar tanto éxito: Han donado más miles de millones de dólares para múltiples obras. En el corazón de este par de Midas modernos hay un García-Herreros agazapado.
El padre Rafael y su sucesor, el yarumaleño padre Diego Jaramillo, hijo de Gabriel en Carmen Julia Cuartas, han patrocinado la proliferación de mecenas criollos.
Además, los donantes, que no dan puntada sin dedal, tienen claro que “a Jehová presta el que da al pobre” (=Proverbios).
Ya es historia patria que García-Herrreros seguía desde su lecho de enfermo, por televisión, el frugalísimo banquete en el que al principio se servía caldo y pan. Como todo ha subido, el menú ha evolucionado a vino y pan.
Pues bien, mientras transcurría el acto, el Telepadre, como lo bautizó Klim, terminó su camino a Itaca y entregó sus días al que reparte dones y fabrica estrellas. Paró el reloj a los 83 años.
Le avisaron por teléfono al padre Diego al salón Rojo del Tequendama. De inmediato, el curita dio la noticia del fallecimiento “urbi et orbi”, hubo silencio mudo y estupor en los tendidos, algunas lágrimas decoraron cachetes, se guardó un ruidoso minuto de silencio. Pero como sucede en los circos, el espectáculo-banquete tenía que continuar. La solidaridad no da espera.
Un minuto de 61 años
En Colombia, un minuto de silencio nunca dura sesenta segundos. En promedio, 50 segundos dura el Minuto de Dios, tal vez el programa más viejo de la televisión mundial. Es breve y certero como una muerte repentina. Por eso no empalaga. Ese Minuto lleva 63 años al aire. García Herreros lo dirigió 37 abriles cuando le cedió los trastos a su delfín Diego Jaramillo.
En ese tiempo el programa de televisión solo ha tenido dos presentadores que por milagro del patrono San Juan Eudes, no fatigan al televidente: su creador el padre García Herreros, y su sucesor, el padre Diego, modelo 32, nacido en Yarumal, Antioquia, terruño del creador del Himno Antioqueño, Epifanio Mejía y de Cano, el gran pintor. (Para felicitaciones y regalos el padre Diego cumple años el 19 de mayo).
Y siguen las exclusividades: desde que millones de sesentones nos conocemos, el patrocinador ha sido Azúcar Manuelita “que refina el mejor azúcar del país”, según la cuña que tiene telarañas.
El padre Diego se hace sentir también desde su Emisora del Minuto 107.9 FM. En esa frecuencia, donde compite con emisoras de brujos y con la cultural de la Tadeo que dirigía Bernardino Hoyos, su vecino de Santa Rosa, donde Jaramillo hizo su bachillerato, lo encuentran sus devotos tirando línea religiosa de 6 a 7 de la mañana.
Nunca ha sido rectificado porque sus fuentes se remontan a 2.000 mil y más años. Son Jesús, Moisés, Abraham, Job, san Pablo y demás apóstoles, y muchos padres de la Iglesia, como San Agustín, de quien los eudistas copiaron a rajatabla el célebre clamor contenido en sus “Confesiones”: “Señor, hazme casto, pero no todavía”.
Los curitas Rafael y Diego y sus colegas “no andan según la carne, sino según el espíritu” (Romanos 8,4).
Tanto el padre Diego como su mecenas y padrino de sacerdocio, el cura Rafael, decidieron ser castos de por vida. Ahora, para poder sobrellevar esa “carga” de cero erotismo, se dan un banquete al año de mujeres bellas. Le dan de comer al ojo no más, por supuesto. Es la belleza y la castidad al servicio de caridad