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Logros y compromisos del vallenato tradicional
Más  allá del trascendental reconocimiento, sobresale el  compromiso que deberá contraer el  Ministerio de Cultura.
Martes, 8 de Diciembre de 2015

La  mejor noticia que recibimos los seguidores del vallenato costumbrista este año fue la que produjo la Organización de  las  Naciones  Unidas para  la  Educación, la  Ciencia  y  la  Cultura,  (Unesco), al  declarar a la música vallenata como  patrimonio inmaterial y  cultural  de  la humanidad.

Más  allá del trascendental reconocimiento, sobresale el  compromiso que deberá contraer el  Ministerio de Cultura, para proteger a la auténtica música vernácula del exagerado   consumismo,  como  diría el  expresidente  de  Uruguay, Pepe Mujica.

Si el ente cultural deberá  asumir la salvaguardia del  vallenato, las  directivas de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, en cabeza de su  presidente, no sé si vitalicio, Rodolfo Molina Araujo, hijo de ‘La cacica’  Consuelo Araujo Noguera, tendrán el gran reto de proteger el  legendario género  musical del  modernismo, evidenciado  en el  vallenato de la nueva  ola, con los cambios introducidos en los aires tradicionales y las controvertidas fusiones impuestas por  las casas discográficas, en pos de la internacionalización y por supuesto que de la exagerada  comercialización.

La  realización del  Festival  de  la  Leyenda  Vallenata se  ha  convertido  en  un  gran  estímulo para los  autores,  compositores, acordeoneros,  cantantes,  cajeros  y  guacharaqueros, pero  falta  que le  dediquen  más  interés a  las  canciones inéditas que  se  presentan  a  consideración de  los  jurados  de  turno cada  año,  para  que  ellas no solo  se  escuchen  en  la afamada  competencia  musical,  y  que  después mueran,  porque a las  casas  discográficas  no  les  interesa  grabarlas, porque  supuestamente ese  “producto” no  lo  consumen  los  jóvenes,  ni  se  promociona  en  las  emisoras.

En el lanzamiento del festival en la ciudad, hace unos tres años, le  planteamos al  señor Molina Araujo la posibilidad de que la  fundación financiara la grabación de un disco con las  mejores canciones de  cada  evento,  no  con  fines económicos sino divulgatorios, distribuyéndolos en  las casas  de  la  cultura  del  país,  lo  mismo que  en  las  emisoras  institucionales y  hasta comunitarias,  pero sus  respuestas  fueron  evasivas, aduciendo carencia de  recursos  monetarios,  como si  la  realización de  los  certámenes internacionales  no  le  dejara grandes ganancias.

Mientras que el ministerio  del  ramo  y  la  propia  fundación no se  propongan perpetuar las  canciones que se  presentan en  cada  festival, en  el  plano discográfico,  es  prácticamente imposible que surjan  y se preserven nuevos  paseos,  sones, merengues  y  puyas,  que  le  canten al  paisaje,  a  los  animales, a  las  faenas agropecuarias, a  los seres  queridos,  y  hasta que emitan  mensajes  contestatarios,  como  bien  lo  hicieron Guillermo  Buitrago,  Rafael Escalona, Leandro  Díaz, Armando  Zabaleta, Tobías  Enrique Pumarejo, Adriano  Salas, Andrés   Landero, Emiliano  Zuleta, Luis  Enrique  Martínez    Calixto  Ochoa, Lorenzo Morales, entre  tantos  juglares.

Con  tanta  tecnología que  hay  actualmente en  el ramo de la electrónica, ¿será muy  difícil que  la fundación pudiese  montar sus propios estudios de grabación, como lo han hecho algunos particulares, para no depender de las empresas nacionales  o multinacionales,  contando con  los  recursos  que  se  puedan  derivar de  la  telefonía  celular,  y  de los  que  generan   anualmente los  festivales?

Si a los cantautores, o acordeoneros citados  anteriormente, les  tocó llevarse a la tumba solo los reconocimientos postreros , a los de ahora y los que vengan, deberán estimularlos para  que sigan “produciendo” vallenato costumbrista, sentimental, protesta  y  romántico, por  encima  de  las  exigencias  de las  disqueras.

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