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Linderos de Santurbán
Los duendes sabios y las ninfas protegerán el páramo...
Lunes, 12 de Febrero de 2018

Los puntos cardinales de Santurbán no se nombran: las palabras los hacen frágiles; sólo se sienten, como lagunas y cascadas, como niebla, como aquella luna que se esparce por su viento y lo va regando de sueños naturales.

Al norte: el alma, la esperanza de un campo colombiano respetado, digno, puro, despojado de las miserias contaminantes del perjuicio minero que degrada, que mercantiliza su patrimonio, lo descompone, lo lleva a la deriva y lo destruye, hasta volverlo inmundicia.

Al sur: el recuerdo, la enseñanza verde que se repasa en la historia, de la cual han sido necios los hombres para aprender que la posesión de una maravillosa naturaleza lo hace rico, inmensamente afortunado, y que debe pasearse por su tierra con una orgullosa paciencia azul.

Al oriente: el horizonte, la estrella de la providencia que indica los valores ecológicos, que se hace luz en la noche para volverse faro e ir envejeciendo en el tiempo de los humanos, con la seguridad de pasar la vida entre nombres y adjetivos de ilusiones que invadan de palabras bonitas sus raíces y perduren en flores, en matas, en pájaros, en fin.

Al occidente: el crepúsculo, las sombras que deben devolverse al oriente, a un punto distinto (al ápex), que debe ser contingente, como de reserva o de pertrecho de vituallas para conformar los signos de una opción de supervivencia, que se erige airoso ante los peligros feroces que blande la mano del hombre que intenta siempre, sin saber por qué, destrozarlo todo.

Los duendes sabios y las ninfas protegerán el páramo de los bárbaros y malignos que pretenden cohonestar su explotación.

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