Leal a su esposo y a su país, no ha temido enfrentarse al gobierno de Nicolás Maduro.
Quienes, aún a la distancia, seguimos las noticias de Venezuela y los ataques de Maduro a su población, vemos constantemente el rostro de Lilian Tintori marchando para exigir la libertad de su esposo, Leopoldo López, y la liberación de los demás presos políticos del régimen.
Esta venezolana, de 39 años, arriesga permanentemente su vida y su propia libertad para expresar su angustia y rebeldía frente a la situación de Leopoldo, frente a las continuas humillaciones que tiene que sufrir para que le permitan visitarlo y frente a la trágica situación en que se encuentra su país, con una oposición reprimida, sin comida suficiente, sin medicinas y sin fuentes de trabajo.
A ella y a su suegra, cuando van a visitarlo, las maltratan y les dan el tratamiento más humillante posible. Las hacen desnudar y examinan sus partes íntimas, incluso delante de sus hijos pequeños. Claramente, al régimen de Maduro poco le importa el respeto a la dignidad de las personas y a los derechos humanos. Para él, Tintori es una enemiga a la que hay que quebrar espiritual y anímicamente, por el pecado de defender a su esposo y solicitar solidaridad para con él, tanto en territorio venezolano como en el exterior.
Ha viajado por el mundo entero y se ha entrevistado con muchísimos líderes internacionales, entre ellos con Donald Trump y miembros de Congreso norteamericano. La visita de Lilian a Los Estados Unidos sirvió para que el nuevo gobierno de este país pusiera en el radar a Venezuela, y para que la gran prensa norteamericana escribiera numerosos editoriales y artículos sobre la situación en ese país y sobre la incompetencia e inequidades del régimen de Maduro. Hoy Venezuela es de los pocos países latinoamericanos que ocupa las primeras planas de los diarios. Por eso, los norteamericanos, en general, están siguiendo con atención lo que está ocurriendo allí.
A raíz de la visita de Tintori, el gobierno de Trump se pronunció para exigir la libertad de Leopoldo. Y el Congreso discutió y está próximo a aprobar nuevas sanciones para funcionarios del régimen, culpables de violaciones a los derechos humanos y de blanqueo de dineros oscuros.
Maduro no sólo no ha escuchado a los norteamericanos y a los demás líderes internacionales que se han pronunciado en contra del mantenimiento de López en la cárcel, sino que ha acusado a Lilian de “traición a la patria”. Con esa excusa, en cualquier momento la podría llevar a la cárcel. Pero no se ha atrevido. La reacción nacional e internacional podría poner su régimen a temblar aún más.
Hace un mes que no la dejan visitarlo. Cuando esta semana se publicó la noticia de que Leopoldo habría sido conducido, en estado grave, a un hospital, corrió hacia allí y, afortunadamente, se enteró de que no estaba internado. Regresó de inmediato frente a la prisión de Ramo Verde, en donde lo mantienen en unas condiciones infrahumanas. Su cara de angustia, en fotografías que le han dado la vuelta al mundo, despierta una inmensa solidaridad.
Mientras tanto, las multitudinarias marchas de la oposición y de un pueblo harto de aguantar continúan y continuarán, no obstante la fuerza brutal con que se las está reprimiendo. La oposición está más unida que nunca y ya no se deja embaucar por los esporádicos ofrecimientos de diálogo. Hasta el momento, tampoco han caído en la trampa de creer que Maduro reunirá una asamblea nacional constituyente, “democráticamente” elegida, en donde las diferencias entre gobierno y oposición se podrán airear y solucionar. Saben que, con ese ofrecimiento, el régimen busca distraer al pueblo y a la oposición, y ganar tiempo.
Como he expresado en oportunidades recientes, las solas marchas no tumbarán a Maduro pero sí lo debilitan. Ya hay señales de división dentro del partido oficialista y en el seno de las fuerzas armadas. El propio partido puede buscar la sustitución de Maduro, a la cabeza del Estado, por alguien menos desgastado y controversial. O puede presentarse una rebelión de coroneles y tenientes, menos untados que algunos generales que han aprovechado las oportunidades para enriquecerse por negocios oscuros, y a costa de los recursos públicos.
Si esas divisiones se profundizan, los días de Maduro como presidente estarán contados. Cuando lo anterior suceda, muchos héroes y heroínas serán reconocidos en Venezuela. Entre ellos estará Lilian Tintori.