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Legislativas y presidenciales
A partir del lunes, comenzará en forma la campaña presidencial.
Domingo, 13 de Marzo de 2022

Hoy 38.819.201 colombianos estamos convocados para elegir a los miembros del Senado de la República y la Cámara de Representantes, y también para que, si se siente identificado ideológicamente, exprese su voluntad en torno a una de tres consultas presidenciales: la del Equipo Colombia, que representa el centro derecha; la llamada Esperanza, inclinada a la socialdemocracia; y, la del Pacto Histórico, vocera de la izquierda. Estas consultas entre precandidatos presidenciales, con debates televisivos y ráfagas mediáticas, han opacado las elecciones de Congreso.

Tomando un promedio histórico, es probable que el 52%, o sea unos 20 millones, se acerque a las urnas; y que, de ellos, unos 14 millones pidan el tarjetón de la consulta que les interesa.

El espíritu del Constituyente de 1991 era separar radicalmente las elecciones de Congreso y las presidenciales. En sentido amplio, la fórmula se conserva, ya que la primera y segunda vuelta se mantienen al margen de otros procesos. Pero en virtud del Acto Legislativo 01 de 2009 se permitieron las consultas interpartidistas para escoger candidatos de coalición, lo cual se complementó con la Ley 1475 de 2011, que permitió que se dieran en simultaneidad con otras elecciones, como las congresales. Al final, estas legislativas tienen un tinte presidencial.

Entre las tres consultas hay quince precandidatos presidenciales que recibirán dinero por reposición de votos. Doce de ellos dejarán la contienda, pero por ley estarán obligados a respetar al ganador. La especulación concede una alta correspondencia entre la votación de los partidos al Congreso y los presidenciales en disputa. Sobre esto, hay toda una gradación.

En el Equipo Colombia, Barguil, candidato del Partido Conservador, puede encontrar una correspondencia significativa, dada la disciplina de su organización. Igual ocurre con Aydeé Lizarazo, del MIRA; en menor grado, Peñalosa, quien está avalado por la U y decidió colocar a su directora, DF Toro, como su fórmula vicepresidencial. Char depende de la maquinaria costeña, y no precisamente de Cambio Radical, que el pasado viernes inscribió como candidato-ficción a Escobar quien, si las condiciones favorecen, dará paso a Vargas Lleras; por su parte, ‘Fico’, sin paragüas partidista, espera que el Centro Democrático lo ayude, no obstante tener a Zuluaga como candidato presidencial.

En el Centro Esperanza la correspondencia es menos clara. El Partido Verde tiene sus votos divididos entre Fajardo y Amaya, fuera del sector que hace rato acompaña a Petro y Romero; el Nuevo Liberalismo, que respalda a Galán, es una incógnita porque apenas se estrena; A. Gaviria carece de partido, pero cuenta con algunos varones electorales; y, Robledo, tampoco tiene suficiente abrigo partidista. En el Pacto Histórico estas correspondencias poco sentido tienen, dado que el 80% de sus votos será para Petro. En el fondo, es la consulta menos consulta. 

A partir del lunes, comenzará en forma la campaña presidencial.

Por ahora, aunque la Constitución indique en su artículo 40 que todo ciudadano tiene el derecho a elegir y ser elegido, en la práctica todo es diferente, porque para aspirar a una curul de Cámara o Senado se necesitan miles de millones de pesos. Ese sólo hecho demuestra lo antidemocrático que es el sistema, y lo imperiosa que es su reforma, en especial sobre financiación de campañas.

Podría reglarse que todas estuvieren financiadas por el Estado al 100%, con topes relativamente bajos, y que se prohibieren las contribuciones de personas jurídicas y naturales, pues quien dona siempre tiene un interés. Para dar a conocer los candidatos a corporaciones y cargos, el Estado pondría a su disposición no sólo sus espacios de radio y TV sino también los de los medios privados, dado que cumplen una función social. Definidos calendario y temática, durante los dos meses anteriores a la elección, los ciudadanos los oirían en horas pico. Escucharlos sobre educación, salud, finanzas públicas, o problemas ambientales, los forzaría a capacitarse, a tiempo que permitiría desarrollar conciencia entre los ciudadanos. Y adiós plutocracia !

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