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La tapa de la olla
A juicio del Presidente, el Estado no podrá protegernos del embate criminal de las Farc, si la negociación no llega a buen puerto.
Lunes, 20 de Junio de 2016

El presidente Santos no es propiamente un político profesional; más bien es un burócrata consumado (fue ministro de tres gobiernos diferentes), lo cual ciertamente es distinto. Antes de llegar a la primera magistratura del Estado, jamás se presentó a una elección popular y nunca participó directamente en un debate electoral. En consecuencia, no tenía votos cautivos.

De acuerdo con su incipiente trayectoria electoral, se puede decir entonces que Juan Manuel Santos no es un avezado político ni mucho menos un líder arrollador con caudal electoral propio. El triunfo de Santos obedeció a una coyuntura muy particular, que el país conoce de sobra. La falta de experiencia y liderazgo del Presidente son patentes por falta de credenciales políticas, pero quedan evidenciadas en grado de certeza, con sus reiteradas salidas en falso y con las últimas y desafortunadas declaraciones sobre el proceso de paz.

Al señalar que: “Las Farc están listas para una guerra en las ciudades, si no se firma el proceso de paz”, el presidente cometió un error político de dimensiones bíblicas, porque lo que dijo le hace más daño al “SÍ” que toda la campaña a favor del “NO”.

Semejante torpeza, sin duda le pasará una costosa factura al Gobierno y a la negociación. Y vuelvo al principio: un político profesional jamás habría proferido semejante despropósito, que hasta puede configurar un delito (constreñimiento al elector). Ahora bien: el mundo ha parido líderes que, por su inteligencia excepcional, no requieren de “pergaminos” en las urnas. Obviamente no es el caso de Santos.

Resulta inadmisible que el presidente de la República, llamado por la constitución y la ley, a salvaguardar la vida, honra y bienes de todos los ciudadanos, amenace a la sociedad con una guerra, si no se aceptan las condiciones de la negociación con la guerrilla. Yo apoyo la paz, pero no admito, bajo ninguna circunstancia, que el pueblo vaya a las urnas por miedo a las intimidaciones: la gente debe votar libremente. Con su posición, el Presidente confirma tácitamente que las Farc se han rearmado y fortalecido, en medio del proceso de paz. Me pregunto entonces: ¿Si Santos sabe tanto de los planes terroristas de la guerrilla, por qué no termina el proceso y persigue a las Farc?

A juicio del Presidente, el Estado no podrá protegernos del embate criminal de las Farc, si la negociación no llega a buen puerto (léase, si no hacemos lo que quiere la guerrilla). No encuentro mucha diferencia entre la frase de Santos y las amenazas de Maduro en Venezuela. Esto es una trampa descarada y no podemos caer en ella. Hay muchas formas de convencer y hacer pedagogía por el “SÍ”. Santos escogió el chantaje, la más rastrera e indigna de todas.

¡Tranquilo, presidente, si el proceso “fracasa”, ahí está nuestra fuerza pública, valiente y preparada, para enfrentar a los violentos, respaldada por un pueblo que nunca se ha rendido!

La ñapa: Coincido con la Senadora Viviane Morales: Claudia López necesita siquiatra.

No solamente es delirante, sino, además, de un arrabalero impresentable.

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