A.T. acababa de acostarse, no tardaría mucho tiempo en conciliar el sueño pues había estudiado durante el día y se encontraba agotado. A sus 16 años, la universidad era un logro que con mucho esfuerzo pudo alcanzar. Llevaba una semana preparándose para los exámenes, por lo que solo descansaba 4 horas cada noche. Pronto se quedó dormido y una hora después despertó súbitamente. Todo parecía normal, podía ver el reflejo de una farola en la calle entrando por su ventana y escuchaba una vieja canción a la distancia, o eso creía. No llegó a notar nada extraño, hasta que intentó moverse. En ese momento se llevó una gran sorpresa, su cuerpo no le respondía, se encontraba paralizado y un profundo miedo le invadió, ¿qué me está pasando? pensó, ¿qué es esto?, nunca antes había vivido semejante experiencia. De pronto la música se convirtió en voces y gritos que le amenazaban y la luz de la farola en sombras que parecían demonios y fantasmas. Su miedo se volvió terror y algo pesado se posó en su pecho dificultándole respirar. Comenzó a luchar inútilmente por incorporase y trató de gritar pero su voz se ahogaba en un pequeño gemido que nadie escuchaba. Su cabeza funcionaba bien, pensaba con claridad, pero todo era una pesadilla. Después de varios minutos que parecieron una eternidad y de haber empleado todas sus fuerzas para salir de ese trance, logró despertar completamente. Se encontraba jadeante y sudoroso, las manos le temblaban y seguía aterrado, pasarían dos horas antes de tomar confianza y volver a dormir.
¿Alguna vez le ha sucedido algo parecido?, es probable que sí, el 50% de todos nosotros hemos experimentado, por lo menos una vez en la vida, un episodio de “parálisis del sueño”, y aun cuando es una experiencia que no conlleva ningún peligro para la salud, genera mucho pánico.
Antiguamente este fenómeno se asociaba a experiencias sobrenaturales y no eran raras las explicaciones populares de que “el alma salía del cuerpo” o “actos de brujería donde alguien intentaba controlar a la persona”, e incluso “abducciones por extraterrestres”. Sin embargo, con el estudio de la medicina del sueño, esas historias quedaron atrás convirtiéndose tan solo en una experiencia que puede ocurrir mientras dormimos.
El sueño está compuesto por dos fases, una llamada REM (movimiento ocular rápido) y otra NoREM, las cuales ocurren varias veces en una noche. En la fase REM es donde generalmente soñamos y como dato curioso, el cuerpo se paraliza para que no vivamos esos sueños, como salir corriendo o pelear, es un fenómeno protector. En el sueño NoREM ocurre lo contrario, y allí se da el sonambulismo, terrores nocturnos y demás alteraciones que se acompañan de movimiento.
La parálisis del sueño suele ocurrir porque debido a diferentes factores la persona se despierta en fase REM, en el medio de estar consciente y estar soñando, por lo que las voces, imágenes y experiencias que puede estar presenciado no son más que alucinaciones del sueño, una mezcla entre la fantasía y la realidad. A los pocos minutos el ciclo se sincroniza por sí solo o porque alguien lo despierta.
Suele ocurrir con mayor frecuencia en la adolescencia porque todavía no se han ajustado bien las hormonas y los neurotransmisores. Puede desencadenarlo el estrés, el alcohol, dormir boca arriba y sobre todo la “deuda de sueño”, es decir, no dormir lo suficiente. Así que la próxima vez que esté en medio de una parálisis del sueño tenga calma, no se asuste, deje pasar unos minutos porque pronto terminará, claro está que eso no será fácil.
