¿Dónde comienza la historia de Colombia? ¿Fue en 1810 con el grito de independencia? ¿Será, más bien, que fue en 1886, cuando en ese año la Constitución le asignó oficialmente al país el nombre de República de Colombia? O, mejor aún ¿habrá comenzado mucho antes de la independencia misma, con la construcción de un espíritu nacional que se fue moldeando a partir del choque de culturas? Probablemente todas sean ciertas; lo que habría que decir es que la historia de Colombia también comenzó en la Villa del Rosario de Cúcuta, en 1821: hace dos siglos ya.
Ni la historia es letra muerta, ni las conmemoraciones son inútiles. Precisamente, este año los colombianos recordamos con cariño la Constitución de 1991, un texto cuya riqueza solo se entiende a partir de la dimensión de los hechos que llevaron a que este proceso constituyente finalmente ocurriera. Sin embargo, echando la mirada más atrás, doscientos años exactamente, nos encontraremos con uno de los momentos más importantes para entender el nacimiento de Colombia como un proyecto de país y de Nación. La verdad es que hay muchos elementos comunes entre estas dos constituciones, separadas por 170 años.
Haciendo un poco de memoria, luego del grito de independencia y el celebre florero de Llorente en 1810, surgió un texto formal que se denominó “la declaración de independencia”. No obstante, inmediatamente después comenzó una guerra interna que no era solo de ideas: aquellos quienes antes habían estado en el mismo bando para combatir a los españoles y su dominio, ahora se convertían en nuevos adversarios. Antonio Nariño llamaría a este periodo de la historia comprendido entre 1810 y 1816 como “la Patria Boba”, precisamente porque parecía que, más allá de la independencia (o al menos su declaración), no había una visión de país; como si la única meta hubiera sido la emancipación y de ahí en adelante no hubiéramos sido capaces de imaginarnos qué hacer o cómo convivir. Esa división terminó permitiendo la reconquista por parte de Morillo en 1815.
Después de la batalla de Boyacá y la derrota definitiva de las tropas reales en 1819 sucedió algo muy especial para el momento y trascendental para nuestra historia patria: El Congreso Constituyente de Villa del Rosario de Cúcuta en 1821. En ese momento, este proceso constituyente nació como un espacio de diálogo, de sano debate y de unificación de las provincias unidas de la Nueva Granada (hoy Colombia). De este Congreso nació nuestra primera Constitución y fue electo el primer presidente (Simón Bolívar) y el primer vicepresidente (Santander). Además, fue el punto de partida de varios factores que nos convertían en un Estado moderno como la abolición de la esclavitud, el nacimiento de la Cancillería -lo que implicaba una política exterior para la recién independizada República-, el equilibrio y la división de las ramas del poder público, el modelo presidencialista y los periodos constitucionales de 4 años, y el Congreso bicameral.
Como cucuteño que soy, es un orgullo poder decir que la historia de Colombia también comenzó en mi ciudad, hace doscientos años. Y como creo en el poder de las conmemoraciones y su valor simbólico, creo que es una excelente oportunidad para reencontrarnos como hermanos de una historia común, porque, así como hace dos siglos descubrimos que el diálogo y la confraternidad eran el mejor camino para construir un país que apenas nacía, hoy tenemos que retomar esa lección. La Colombia del 2021 debe recordar aquella historia de Villa del Rosario de Cúcuta en 1821.
*Viceministro de Agua y Saneamiento Básico