Pocos paisanos como Alfonso Carrascal Claro fueron dotados por la naturaleza con tantos atributos artísticos : autor, compositor, poeta, declamador, bailarín, escritor y… pero el amor febril por su terruño lo privó de adquirir el complemento académico en las mejores universidades del país, donde, seguramente, hubiera desarrollado su inconmensurable talento y su elevado cociente intelectual.
Su estancia y apego permitieron que su amor por la tierrita siguiera nutriéndose en las sagradas fuentes de la Torcoroma, como él lo expresó a través de su programa radial picaresco “Carnavalito”, espacio que aglutinaba la música, la alegría, el folclor y el gracejo de Ocaña para que sus tradicionales festividades de diciembre y enero constituyera un certamen de grata recordación.
Precisamente, por su constante bohemia, la madre de su amada Clara De La Rosa, se opuso de manera frenética al romance con quien ella consideró que era un mugroso piñuelero, expresión sumamente despectiva y ofensiva, que la obligó a llevarse a su hermosa y enamorada hija para Medellín, donde el tiempo y la distancia esfumaron el promisorio idilio, del que solo quedó el bambuco fiestero La Mugre.
El paso del connotado y reconocido artista por este mundo se evidenciará con las huellas indelebles que dejará cuando su desgastado corazón deje de latir. Siempre que escuchemos sus canciones, leamos sus poemas y nos deleitemos con sus mordaces y profundos párrafos, nos convenceremos que nadie más que Alfonso quiso tanto a Ocaña como él.
Gracias a la cortesía del veterano y apreciado locutor Eduardo Candia Jácome, obtuve un capítulo de Carnavalito, el correspondiente al 14 de diciembre de 1987, quizás uno de los últimos, con el que pude recrearme y comprobar la gracia y humor fino de quien se autodenominó ´Roquelina´.
Con su característica mamadera de gallo, se refirió al paso infructuoso del conquistador alemán Ambrosio Alfinger por esta región en busca de oro, cuando aseveró que las tierras de la región solo servían para secar ropa y elevar barriletes.
Respecto al mal humor de los invasores europeos, dijo que tenían el genio tan atravesado como requinto en joropo.
También ironizó que los rateros de finales del 2.000 se llevaban los electrodomésticos sin siquiera pagar la cuota inicial.
A sus 86 años, internado en un asilo, sin su voz y sin poder ver el cielo de su solar ocañero, recorre el tiempo ido de sus nostalgias, con la visita de sus tres hijos y algunos de sus amigos más allegados.
Para que sus descendientes les musiten a los oídos, el cariño y reconocimientos de sus conciudadanos, la Universidad Francisco de Paula Santander Ocaña, a través de la Facultad de Educación Artes y Humanidades, y la Escuela de Bellas Artes “Jorge Pacheco Quintero”, le harán un homenaje el viernes 22 de este mes.
El certamen artístico se desarrollará en el auditorio “Yecit Manzano Carrascal”, y a partir de las siete de la noche, rasgarán los tiples y guitarras para acompañar a las voces que interpretarán las canciones ganadoras o finalistas del antiguo concurso de la Canción Inédita Andina “Guillermo Lemus sepúlveda”, se declamarán sus poemas más sentidos, un grupo de danzas bailará las mismas canciones que él dirigió en ´Tarigua´ y el dueto Maná, ganador de un Mono Núñez, ofrecerá un concierto con temas como La Mugre, Geografía del Recuerdo , Mi Tierra, etc.
Es muy difícil que el maestro Alfonso Carrascal Claro asista, lo harán sus hijos, y seguramente que la totalidad de las sillas del máximo escenario artístico de la región serán ocupadas por los ocañeros que querrán manifestarle su aprecio y gratitud, y que también ratificarán su inmenso cariño por la tierra que los vió nacer, es decir , que aprovecharán la ocasión para refrendar su ocañeridad.
Gracias Maestro, por el inmenso legado artístico que nos dejará, y que nos obligará siempre a recordarlo y a hacerle la venia.