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La curva del tiempo
Lo interesante de la vida es superar las crisis que hacen frágil el alma, y ser juez y protagonista, paralelamente, de los valores fundamentales.
Domingo, 16 de Agosto de 2015

Estar parado en la curva del camino es interesante: si uno mira hacia atrás, debe hacerlo con beneficio de inventario, agradecer al destino las cosas buenas que le ha dado y hacerlas valer, más que las malas, reversando la actitud pesimista que nos caracteriza a los seres humanos.

Y si es hacia adelante, con la esperanza de sentir emociones latentes, deseos de vivir y dignificar la existencia, las cosas, las personas, los sucesos, el pasado, los ojos bonitos dispersos en el viento, los amaneceres plenos de café, la sombra del romanticismo, la mariposa que vuela y sus flores, el silencio de la madurez, la riqueza de la lluvia, los pájaros, las bondades de la soledad y el límite preciso de la nostalgia.

Cómo envidio a los ermitaños, que pueden mirar en la intimidad, o pararse en una orilla a esperar algo que no saben qué es, pero que está por llegar: aunque no tengo la fortuna de serlo, poseo la cualidad de imaginarme el reflejo del horizonte infinito de lo universal. 

Lo interesante de la vida es superar las crisis que hacen frágil el alma, y ser juez y protagonista, paralelamente, de los valores fundamentales. Se trata entonces de conquistar el tiempo, perplejo uno ante el amor que descubre cuando se hace grande y se despoja de lo inútil: para ser superior a las propias fuerzas, para depositar en odres viejos, en un rincón del corazón, lo que amamos y en otro lo que odiamos, desde el más pequeño hasta el más inmenso de los sueños.

Después de lo finito, el alma se convierte en un espacio inconmensurable y el espacio y el tiempo adquieren un dinamismo, tal, que mueve la sangre, dispone de todo, hasta de la esperanza de creer en un futuro cada vez más intenso en ideales.

Siempre he tenido la intuición de que estar atento al tiempo me hace más consciente de dos cosas: una, la de ser un privilegiado buscador de los misterios intelectuales y, otra, inscribirme en ese círculo de la vida que me ha hecho obediente a lo universal. -Además, estoy convencido de que, en ese carrusel, lo que antes era ganancia ahora es pérdida, y viceversa-.

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