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La ciudad de Dios
 Jerusalén siempre ha sido colonia de algún imperio. Es el cruce de caminos de todos los imperios de la historia del mundo.
Viernes, 8 de Diciembre de 2017

La decisión del presidente estadounidense Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital “única, sagrada e indivisible” del estado judío de Israel, construyendo allí su embajada, lo que hace es jugar una vez más a abrir la caja de Pandora, de la zona más conflictiva del planeta.

La importancia de Jerusalén, es que es sagrada para las tres grandes religiones monoteístas, que a su vez tienen vasos comunicantes entre ellas. La explanada de las mezquitas, es el segundo sitio más sagrado para el islam después de La Meca y Medina, hoy ciudades de Arabia Saudita. Para los judíos es su capital soñada, desde los tiempos de Moisés, y allí queda el que hoy llamamos muro de las lamentaciones, que es lo que permanece visible del segundo templo, donde los judíos guardaban el arca de la alianza con Dios. Y está el templo del santo sepulcro, donde Jesús resucitó y que además tiene su propia historia por las “batallas” que se han dado entre iglesias cristianas ortodoxas que allí viven. 

Pero además Jerusalén, es la ciudad sagrada más pecadora de la historia humana. Jerusalén siempre ha sido colonia de algún imperio. Es el cruce de caminos de todos los imperios de la historia del mundo: de los imperios babilónicos y mesopotámicos, así como el mundo de los faraones (fenicios), en los albores de la sociedad humana; del imperio persa, el mundo helénico y el imperio romano, imperio éste que da vida a la actual  occidente, pasando por el imperio bizantino de Constantinopla; los reinos francos y el papado, en la edad media, dieron origen a una de las grandes tragedias de oriente, las cruzadas, que obligaron al mundo árabe a tener una sola identidad, que aún hoy mantienen; pasando por el imperio otomano, rector del mundo árabe, y el sasánida, hasta el imperio inglés en el siglo XX, quien que crea gran parte del problema actual. En Jerusalén estuvieron Nabucodonosor, Ciro el Grande, Constantino el Grande, Ricardo Corazón de León, Saladino, el Kaiser Guillermo y muchos otros personajes que se mueven entre la historia y el mito, quienes ilustran la importancia de Jerusalén. Quien crea que la religión no importa, que vaya a Jerusalén.

La religión monoteísta fundamento de las otras dos, es el judaísmo y por eso Abraham, es el padre para las tres religiones. Cuando ya llevaba un milenio de existencia el mundo judío, surge el cristianismo. Los judíos sobreviven a todos los imperios del mundo antiguo, pero perecen como nación en manos de Roma, iniciando con la destrucción del segundo templo (construido por Herodes el Grande) de manos de las legiones romanas del emperador Tito, en el año 70 de la era cristiana y concluyendo medio siglo después en la rebelión de Bar Kojba. Para los romanos la región se renombra como Palestina, cuando se inicia la diáspora judía. El Jesús humano, es súbdito del emperador Tiberio. Geopolíticamente, la región que hoy está rodeada por el Irán persa y se haya enclavada en el mundo árabe, mundo que unió en una religión el profeta Mahoma, allá sobre el año 700 de la era cristiana.

Y esta superposición de religiones en la historia, también se materializó en Jerusalén. La explanada de las mezquitas musulmanas, está construida sobre los muros del templo judío. Y eso aplica a todo en Jerusalén, la ciudad que más veces ha sido destruida, reconstruida y vuelto a construir. Por eso, cuando se propuso una Jerusalén internacional, separada por cada religión, esta realidad la hizo imposible. En Jerusalén hay un solo Dios y se mezcló indivisiblemente en todas las religiones monoteístas. 

Después de las guerras mundiales se dio el surgimiento del nacionalismo árabe, influenciado por la corriente comunista soviética, que, sumado a la horrible realidad del holocausto judío a manos de los alemanes en Europa, originó a mediados del siglo XX una de las decisiones geoestratégicas que han marcado el mundo desde entonces. Al finalizar la guerra, en la Palestina romana el estado dominante era el imperio inglés, uno de los más sangrientos de la historia, que además era malicioso en crear fronteras rompiendo nacionalidades, como lo hizo en India y Paquistán, y fue éste imperio, ya raquítico, quien buscó crear un estado judío en Palestina, haciendo una variante a la solución final nazi del problema judío, esta vez acorde con la visión sionista. La creación del estado de Israel, y las guerras con un mundo árabe dividido y sin visión común, incendió otra vez oriente medio. Después vino George W. Bush con su lucha contra “el eje del mal”, en esa simplificación tan gringa, que oculta intereses reales, haciend
o explotar el polvorín histórico más complejo del planeta, llevando al surgimiento de la momia del daesh, y ahora Trump, con la misma visión simplista, apoya la Jerusalén judía.

Hay una creencia evangélica, que establece que el juicio final llegará cuando Israel sea restablecido, lo que sucedió en 1948, Jerusalén sea la capital judía, lo que Trump está avalando, y se construya el tercer templo, cosa de la que se habla hace algún tiempo, más ahora aún, cuando la explanada de las mezquitas está bajo control absoluto de Israel, después del último atentado fundamentalista. Pero tranquilos, solo es una leyenda, como esa que dice que Colombia está en el camino del socialismo del siglo XXI. Las estupideces presidenciales pueden costar muy caro.

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