Los éxitos de nuestros ciclistas en Europa han despertado una verdadera fiebre por el deporte del pedal y las bielas en la ciudad y, la tendencia aumenta de manera acelerada y peligrosa, no porque quienes conducen los ‘caballitos de acero’ solo sean arrollados por motociclistas y automovilistas, sino, porque sus corazones se paralicen por sus grandes esfuerzos físicos.
Está muy bien que los niños y jóvenes entren en la onda del ciclismo, no obstante los grandes riesgos que corren por la forma desordenada como se desarrolla la actividad del tránsito vehicular , pero lo que si preocupa es que algunos señores, con sobrepeso y con muchos años de más, sin ninguna orientación deportiva o médica, se atrevan a retar la quebrada topografía de la región.
Las consecuencias del atrevimiento no se hicieron esperar y en menos de un año , dos veteranos ciclistas suspendieron el pedaleo porque sus corazones interrumpieron su bombeo y fallecieron más tarde en una UCI local.
Los ‘trasnochados’ pedalistas no entienden que se equivocaron al escoger, de manera tardía, uno de los deportes más exigentes, en cuanto al esfuerzo físico se refiere, y que en el área urbana no existen ciclovías y que ascender por las cuestas que conducen a los corregimientos de Agua de la Virgen, Buenavista y Pueblo Nuevo, es un verdadero suicidio, porque si el sistema cardíaco no les pasa factura, los atracadores no perderán la oportunidad de robarles las bicicletas que llegan a valer hasta 30 millones de pesos y de atentar contra su integridad.
Los sábados en la madrugada, los siete kilómetros que se elevan hasta el santuario de la Virgen de Torcoroma, se observan espectáculos multicolores, con la variada cantidad de camisetas de los mejores equipos ciclísticos del planeta, portados por familias enteras que se desplazan por la angosta vía.
Niños, jóvenes, adultos, sin ninguna discriminación sexual, pedalean de manera zigzagueante, denotando en sus rostros los esfuerzos en la medida que se empinan las subidas, mientras otros descienden de manera vertiginosa y compitiendo con los carros y motocicletas que aparecen en las curvas cerradas.
Y como es normal en el municipio, ninguna autoridad de tránsito intenta regular la peligrosa combinación de bicicletas, automotores y motos, quizá esperando que ocurran accidentes que se conviertan en tragedias familiares, para actuar.
Qué bueno que los ocañeros tengan espacios de recreación y diversión, pero es sorprendente la cantidad de bicicletas lujosas que se observan en las vías urbanas y los carreteables de esta comprensión municipal.
El problema es que muchos de los propietarios las adquirieron por el boom que significan los éxitos de Nairo, Chávez, Gaviria, Henao, Urán y Atapuma, y que se montan en ellas sin tener las mínima idea de pedalear y de administrar sus fuerzas.
Es interesante y atractivo observar las centenares de camisetas que portan los ciclistas cuando nos dirigimos al `Agua de la Virgen´ pero preocupa la inseguridad que campea localmente, sobre todo cuando los `caballitos de acero´ cuestan desde cinco hasta treinta millones de pesos , que los agentes de tránsito no regulen la movilidad, y que algunos que intenten emular a nuestros grandes campeones, paguen con sus vidas la osadía de entrar en la moda de la `ciclomanía`.