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A la calle ¿con De la Calle?
NO queremos un acuerdo de paz donde se les da territorio colombiano a un grupo armado.
Viernes, 7 de Octubre de 2016

Timoshenko quiere ignorar el veredicto popular en nombre de un bien superior del que él se declara encarnación: la paz. Los que no son demócratas, y las farc no lo son, no quieren representar al pueblo, lo quieren dominar. Pasa también en Venezuela, donde el pueblo se manifestó y sigue como convidado de piedra. Existe un cierto daño cerebral en los latinoamericanos, por el que nos cuesta defender la democracia liberal porque nos endilguen el mote de reaccionarios. Eso nace de un resentimiento social que se da porque nuestro individualismo que no nos permite asociarnos y por eso siempre estamos a merced de un régimen cooptado por la corrupción y la privatización de lo público, nuestro verdadero cáncer.

Timoshenko pidió “a las bases populares exigir la firma de los acuerdos” en ese discurso tan propio de la desaparecida guerra fría y que tanto usa Maduro. Que salgan; saquen a la calle los 22 millones de abstencionistas que dicen está por el sí. O al menos los 6,3 millones que votaron SI sin el presupuesto del gobierno y la apabullante propaganda; o saquen al menos los 4,3 millones del umbral o la mitad más uno de esos. La votación del 2 de octubre es el piso del NO, no el techo. Háganlo. ¿Y qué pasa si como me temo las farc ni Santos tienen apoyo popular?. ¿Decidimos con el Dios de la Paz que es Timoshenko o nos apoyamos en abogados comunistas españoles o en guerrilleras holandesas para decidir por el pueblo colombiano?. Las farc no son demócratas y quienes queremos vivir en democracia debemos exigirla así sea contra nuestro gobierno. ¿Por qué Europa no deja montar en su territorio un califato del siglo X, para que no maten más europeos?. No se olviden que el puritanismo y la doble moral surgió, anidó y vive en Europa.

NO queremos un acuerdo de paz donde se les da territorio colombiano a un grupo armado y se vuelven un estado dentro del estado para que dejen de matar. Así como los lobos solitarios del Islam terrorista han destapado un problema de una juventud nihilista en el corazón de Europa, la permanencia de las farc destapan un modelo político corrupto que hace aguas; pero eso no lleva a Europa a entregarse al DAESH ni a Colombia a las farc. A la raíz del problema es que hay que ir ya que nos unimos. 

NO queremos que siga la concentración de poder centralista que ha llevado el gobierno Santos, sino que se cumpla la descentralización, eje de la Constitución del 91.

NO queremos otro presidente con carácter de príncipe ni que puede violar impunemente la constitución en nombre de principios superiores que comparte con los terroristas. Queremos separación de las funciones de jefe de gobierno y jefe de estado.

NO queremos más una justicia politizada, corrupta e ideologizada, que además no se quiere dejar controlar. Recordamos hoy al tristemente célebre y conejiado Montealegre.

NO queremos un gobierno “mejor amigo” del régimen venezolano, ni mucho menos que se les ceda la frontera. Queremos unirnos a los demócratas de Latinoamérica que hoy confrontan el bloque antimadurista y fuerzas militares amplias en la frontera para luchar contra todas las formas de terrorismo y las violaciones de territorio de las fuerzas militares venezolanas.

NO queremos más una economía extractiva, un estado gigantesco y la justificación de monopolios u oligopolios. Queremos que el desarrollo sea un derecho central de la ciudadanía.

NO queremos más medios de comunicación entregados al poder ni actuando como agencias de publicidad de intereses económicos o extranjeros. Queremos periodismo serio.

Y sobre todo queremos dejar de ser vergonzantes como nos llamaron los del SI y si hay que salir a la calle, estamos demorados. Ya no hay acuerdo con las farc y solo se quiere aprovechar para renegociar desde la legalidad hacia la delincuencia. Si eso no se puede, por decisión de la delincuencia, la reforma del estado centrada en una verdadera democracia liberal debe enfrentar el crimen organizado y el terrorismo con inteligencia e institucionalidad. Queremos que al Catatumbo no solo lleguen militares, queremos buldóceres, juzgados, policía fuerte, servicios públicos, educación y salud. Queremos estado contra crimen organizado. Así el inexistente “conflicto armado” de hoy desparecerá cuando se extingan las formas criminales por la presencia permanente y robusta del estado.

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