Imposible ser imparcial a la hora de hablar de la empresa (Colprensa) que durante 20 años me pagó por hacer lo que más me gusta, y lo único que medio sé hacer: noticias. Mercenario de la pluma, ofrecí a cambio mano de obra calificada. Estamos en paz.
La esbelta y apetitosa agencia que hoy 1o de enero cumple 40 años, es la prolongación de Colombia Press, el Servicio Nacional de Prensa, Periodistas Asociados, Alaprensa, Europa Press, el Centro Informativo El País, CIEP.
La visión y pragmatismo de directores y gerentes de los diarios que a la vez son socios y abonados, la mantienen a flote para alegría y banquete informativo de sus lectores. La agencia parece levantada sobre la vieja divisa de los Mosqueteros de Dumas: uno para todos, todos para uno.
Allí se practica una exquisita forma de colegaje. Los periódicos de mayor circulación y poderío económico, pagan cuotas más elevadas. Todos reciben el mismo servicio. “Somos una familia”, digámoslo también en la jerga de los ajedrecistas.
Súmele el valor agregado derivado de las reuniones de gerentes y directores en las que los asistentes salen enriquecidos con experiencias compartidas. Las reuniones de gerentes y directores o jefes de redacción que se reunen por separado, constituyen un pequeño master en alta gerencia y periodismo.
La fórmula de los mosqueteros fue defendida desde un principio por su fundador, Jorge Yarce, un casto activista del Opus Dei. Primero el periodismo, la teología después, diría a sus espaldas.
Cuatro décadas de suministrar el maná noticioso, es el mejor pretexto para que bebamos la champaña de la celebración quienes nos hemos enriquecido lícitamente haciendo parte de sus cuadros.
Desde la muy taquillera señora del tinto, Rosita Castellanos, una diminuta ráfaga boyacense que preparaba y servía el café con ternura de abuela, hasta muchos de los más encopetados heliotropos de los diarios.
La agencia, que en sus inicios vendía columnas a 500 pesos y transmitía a velocidades entre 50 y 70 baudios en parsimoniosos, ruidosos y románticos télex, ha sido escuela de periodismo de decenas de aplastateclas.
No es gratuito que los cazadores criollos de talentos sonsaquen a sus reporteros cuando los ven maduros, sabios. A la agencia le toca volver a barajar y reclutar gente nueva que se ha encargado de darnos el merecido y necesario codazo generacional.
Los que estuvimos en sus inicios somos teguas del oficio. Hoy por hoy la universidad tiene la palabra.
Larga vida para esta tribuna del periodismo independiente que entendió desde el principio que la noticia no es liberal ni conservadora, creyente ni atea, sino solo eso: noticia. Japiberdi.