Recientemente, uno de los canales privados de televisión realizó un interesante trabajo periodístico, relacionado con la contaminación que genera la combustión de vehículos en Bogotá. 

Para nutrir el informe, recurrieron a expertos de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad de Antioquia, como quiera que son las dos ciudades que padecen en condiciones críticas, de uno de los mayores enemigos para la salud, representado en las emisiones de la industria y de los vehículos.

También, tomaron evidencias de muchos automotores que transitan en todas las direcciones emitiendo gases contaminantes, muchos de ellos con más de cincuenta años de servicio y lo más lamentable es que sucede a la vista de la autoridad.

Lo más importante, es que se pudo determinar el segmento de personas visiblemente afectadas en cuanto a la salud se refiere, compuesto por los vendedores ambulantes y el personal que atiende las tareas de autoridad de tránsito.

El tema no afecta solo a las capitales antes nombradas sino a todo el territorio nacional. 

En el año 2014 investigadores de la Universidad de Pamplona, evaluaron químicamente el material particulado en un sector de Cúcuta, encontrando varios componentes cuyo efecto sobre la salud es mortal.

Específicamente se trata de sustancias que pueden producir efectos mutagénicos, causantes de malformaciones y otras que en permanente contacto, son el origen de enfermedades cancerígenas.

Lo anterior, es producto de las emisiones por fuentes móviles (vehículos) muchos de ellos transitando cómodamente en la ciudad y lo más lamentable, es que la autoridad operativa de tránsito no la percibe y si lo hace, escoge hábilmente su presa para aplicarle un torniquete al bolsillo y misteriosamente, el infractor sigue su camino como si nada hubiese pasado.

Esos uniformados que forman parte del grupo con mayor exposición a enfermedades de los sistemas respiratorio y circulatorio principalmente, deben pensar por un solo instante que su permisividad atenta contra ellos mismos y el resto de la ciudadanía que ha sido testigo mudo de irregularidades y además, pensar en sus hijos, que a la final se vuelven víctimas de la indiferencia de sus padres al no proceder con mano fuerte ante tan visible y complejo problema.

La mortalidad por contaminación de emisión de gases, está en aumento y por eso la vigilancia a los Centros de Diagnóstico Automotor (CDA) debe ser exhaustiva, en el sentido de verificar los certificados de calibración de equipos como paso inicial, seguido de permanentes operativos y controles orientados principalmente a vigilar ese inmenso grupo de conductores que aprovechan irresponsablemente la debilidad operativa en nuestra ciudad y de ahí, que su indiferencia es mortal.