En las grandes ciudades las personas con alguna holgura económica siempre tienen un lugar donde ir a descansar, cambiar de ambiente o de clima.
Tal es el caso, por ejemplo, de Puerto Colombia, para los barranquilleros en la primera mitad del siglo XX, hasta cuando dejó de funcionar el famoso muelle, y aún existen las casas donde esas familias pudientes -Santo Domingo, Obregón, Renowitzky, Stefanell, Bonfanti, etc.- pasaban sus fines de semana.
Para el caso de los cucuteños ese sitio es Chinácota, por su clima y sus gentes tan apreciadas aquí en la capital, sin demeritar otros municipios de la antigua provincia de Ricaurte que, en mi caso, visito con frecuencia porque les encuentro “el lado amable”.
Allá, en Chinácota, fui muy amigo de don Jorge Alberto Muñoz Jaimes, quien conjugaba con destreza el civismo y la acción política y fuimos compañeros en la Academia de Historia y la Sociedad Bolivariana y, al expirar Jorge, le correspondió a su pariente, el doctor Carlos Torres Muñoz, continuar con esa lucha incansable por los intereses de su terruño.
Sólo me quiero circunscribir al aspecto cultural que desarrolla el doctor Carlos Torres Muñoz y recordar que alguna vez reseñé en esta columna la publicación de la revista “Feria de San Nicolás de Chinácota. 1964 – 2013.
Visión de un pueblo a través de sus ferias y fiestas”, donde dejó constancia de los cincuenta años de celebración oficial y consecutiva de las ferias y fiestas de mayor tradición y resonancia en el oriente colombiano, como la describe el autor.
Es la recopilación de diecinueve textos pertinentes, publicados en estos cincuenta años por varios autores y también incluye fotografías antiguas e inéditas de corralejas, reinados, lugares.
Otro tanto hace como colaborador en la revista Impacto Chinácota, donde se despacha con tres artículos ilustrativos sobre el cultivo del café en Chinácota, el filólogo Manuel Briceño Jáuregui y una investigación sobre escritores chitareros, donde se le abona el reconocimiento del doctor Guido Pérez Arévalo, chitarero por adopción, como uno de los grandes investigadores de la historia de Chinácota en las últimas décadas y quien, además, tiene un buen inventario de sucesos y personalidades chitareras.
Carlos Torres Muñoz es actualmente presidente del Centro de Historia de Chinácota, es un lector empedernido y cuando hemos compartido tribuna en los Congresos de Historia que organiza la Academia de Historia de Ocaña lo he visto exponer con seriedad y carga de profundidad los temas encomendados.