Sabios y científicos de Grecia, Roma y de la era cristiana, a través de diversos escritos se refirieron a la soberbia y altanería , no solo como un mal del espíritu sino también de la intelectualidad de los seres humanos del pasado.
Muchos años después, filósofos y escritores se refieren al mismo problema de diversas maneras: por ejemplo, el gran novelista norteamericano ErnestHemingwey, señaló que –el secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”.
En contraposición con lo anterior, cuando algunos jóvenes tienen acceso a la profesionalización, con especializaciones, maestrías y doctorados, el ego se les sube a límites insospechados y donde laboran tratan a sus compañeros con arrogancia y a sus subalternos con desprecio y hasta humillaciones.
Como consecuencia del frenesí al poder y la ´necesidad´ de demostrar sus altos grados académicos, subestiman a las personas mayores y que acumulan mucha experiencia en su recorrido laboral.
“La ciencia es orgullosa por lo mucho que ha aprendido; la sabiduría es humilde porque no sabe más”, sentenció el escritor estadounidense Willian Cooper. Un gerente puede llegar a administrar una empresa, cargado de títulos pero huérfano de experiencia, es decir de sabiduría. Lo correcto sería que se aliara con los jefes de divisiones más antiguos para combinar sus conocimientos con la experiencia de sus compañeros.
Sin embargo, muchachos recién ´empacados´ de prestigiosas universidades arriban a sus cargos luego de triunfar en exigentes concursos de méritos, o por las recomendaciones de políticos influyentes, a disfrutar del poder y menospreciar a los colegas que no pudieron o no quisieron cursar los posgrados, pero que , en silencio son los responsables del éxito de la empresa o la institución.
Y como la soberbia y la grosería no conducen a nada bueno, los altivos profesionales poco duran en las gerencias y con el rabo debajo de las piernas abandonan las lujosas oficinas y salen con el diploma de maestrías o doctorados debajo del brazo, denotando en sus rostros el dolor por la derrota o el castigo a su soberbia.
Otros egresados sencillos, que se relacionan con los trabajadores más humildes, no obstante los posgrados obtenidos en universidades de otros países, triunfan porque cuentan con el apoyo y consideración de sus subordinados , y porque le suman a los pergaminos académicos la experiencia que le transmiten algunos de sus dirigidos, que casi siempre los pueden doblar en edad y necesidades.
Según mi elemental criterio, en el análisis que pretendo se incluyen casi todas las profesiones y quienes las ejercen: ingenieros, arquitectos, abogados, médicos, odontólogos, sicólogos, comunicadores sociales , etc.
Su formación académica y los posgrados son importantes, pero no tanto como su experiencia profesional. A los estudiantes de esas carreras qué les interesará más, los galardones académicos de sus profesores o la experiencia que han logrado acumular a lo largo de muchos años de labores?.
“Para ser humilde se necesita grandeza”, expresó el escritor argentino Ernesto Sábato. Seguramente que se refirió a la integralidad del ser humano para llegar a ella .
“El buen juicio nace de la buena inteligencia y la buena inteligencia deriva de la razón, sacada de las buenas reglas; y las buenas reglas son hijas de la buena experiencia: madre común de todas las ciencias y las artes”, Leonardo Da Vinci.