Hace tres semanas Corficolombiana pronosticó que el crecimiento de la economía colombiana durante el 2020 será 0%. El Banco Mundial dijo que sería una caída de 2.0% mientras que el FMI estimó una contracción del 2.4%. Y aunque todavía hay voces calificadas que vaticinan crecimientos positivos, el huracán del Covid-19 puede ser más fuerte y duradero de lo esperado. Mientras que EE.UU. en un mes perdió 22 millones de empleos triplicando su cifra de desempleo, el Reino Unido prevé la mayor desaceleración desde la Gran Depresión. La verdad, es difícil pensar que el impacto de una pandemia que está colapsando sectores enteros y desbordando los sistemas de salud, sea simplemente una recesión leve del 2%. No quiero ser pesimista, ojalá esté equivocado, pero al mismo tiempo el gobierno debe estar preparado para un impacto económico mas profundo y duradero de lo originalmente previsto.
En Colombia, sabemos que indicadores como el consumo de energía durante la cuarentena han caído 15% frente al año anterior, la caída sería mayor si esta no hubiese coincidido con Semana Santa. De marzo 22 a marzo 28 la facturación con tarjetas de crédito/débito cayó en promedio 79%. Pero hay sectores más golpeados, con caídas de facturación de 99% como vestuario, 98% entretenimiento, 96% restaurantes, y 92% educación. Sólo estos sectores representan tres millones de empleos. Inclusive, sectores que se pensaba resilientes frente la pandemia como mercados que aumentaron su facturación en 26% durante 15-21 marzo, la siguiente semana cayeron 59%. Los consumidores frente a la incertidumbre pasaron de un periodo de acaparamiento a uno de austeridad. Fedesarrollo estima que un mes de cuarentena le cuesta al país, sin incluir pérdida de empleo, entre 4.5% y 6.1% del PIB.
Sea como sea, aún una apertura inteligente dejará sectores enteros de la economía cerrados, en cuarentena permanente. Muchos otros sectores verán sus ventas disminuidas, por consumidores que se auto-aislan para protegerse de la enfermedad. La cuarentena le dio tiempo al país para prepararse en materia de salud y hasta ahora el gobierno ha acertado. La evidencia anecdótica es que hoy hay capacidad ociosa en hospitales, por fortuna no es el infierno que vemos en Guayaquil donde no hay espacio para vivos ni muertos. Pero tenemos que ser conscientes del impacto económico. La posibilidad de una recuperación en forma de V -reflejando una fuerte caída al decretar la cuarentena y una rápida recuperación al finalizarla- se ve cada vez más lejana. Los llamados a escoger la vida sobre la economía, son de un facilismo populista que de ninguna manera reflejan la realidad ni contribuyen a la solución. Nadie está en función de proteger utilidades, sino mas bien que no llegue el hambre. Estimaciones recientes de ANIF indican que los ingresos de los hogares caerán 5.8 billones durante el período marzo-abril de 2020, siendo la población más vulnerable la más afectada.
Varios científicos le están aconsejando al gobierno varios ciclos de cuarentenas con periodos activos, algo así como trabajar tres semanas por cada semana de cuarentena. Decisiones de esta naturaleza siguiendo la lógica de lo expresado por Fedesarrollo nos pueden llevar a un crecimiento negativo de más del 8%, desempleo por encima del 17%, y casi 3.85 millones de nuevos pobres. Si las decisiones son más estrictas, el deterioro económico será mucho peor. No se puede menospreciar la importancia de preservar el empleo sin descuidar la salud. Las decisiones no son obvias, por algo cuando el rey David tuvo que escoger entre la peste, la guerra, y el hambre, prefirió la peste. Si se decide mantener las restricciones por sugerencia científica debe haber mayor claridad de como rescatar al país de una crisis social y económica sin antecedentes recientes. Hacerlo a tiempo no solo sale más barato, sino que también salva vidas.
PS: Sería bueno aprovechar la apertura del Congreso para radicar el paquete de reformas del gobierno lideradas por lo que se necesita para manejar la crisis.